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La actriz palmesana más internacional nos regaló una noche de poesía, arte y moda, romanticismo y vanguardia, rebeldía, cabaret, exceso y contención, humor y provocación rociados de amor en su espectáculo estrenado en el Teatre Principal el pasado domingo con el título Resilienza d’amore , una obra donde Rossy de Palma hace todo lo imaginable en una artista, pues cantó, bailó, se cambió mil veces, se puso en la cabeza mil cosas, se vistió de Sibil.la, la más bella que he visto nunca por cierto, de palmera de Palma, jugó a ser una cebolla mientras hablaba en mil idiomas y reía y lloraba y recitaba mientras interactuaba con sus amigos de toda la vida que estaban entregados a ella desde mayo, que es cuando debería haberse estrenado esta obra.

Valió la pena la espera, pues descubrimos una Rossy más sabia si cabe, la que en soledad domina un escenario apoyándose en lo aprendido durante años, que es mucho. Tenerla es un lujo. Tomeu Arbona cantó para ella mientras le llevaba una maravillosa ensaimada que la actriz repartió entre el público, lo mismo que repartió recuerdos de sus inicios con Peor Imposible.

Rossy se ha convertido en una actriz inmensa, de una talla internacional que pocas españolas han conseguido, pues se interesa por todo y todos, convive sobre el escenario con la poesía de Biel Mesquida o interpreta burlesque sin que nada pierda sentido. En el Principal estaba todo el mundo, boquiabierto, fascinado, feliz por Rossy.