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La gerente y comisionada del Gobierno en el Consorcio Urbanístico de la Platja de Palma, Margarita Nájera, ante la avalancha de quejas vecinales por la puesta en marcha del plan de reconversión, dejaba claro ayer: «Los vecinos tienen todo el derecho del mundo a protestar. Es positivo el movimiento vecinal que se ha creado en este proceso de exposición pública del Plan de Acción Integral de la Platja de Palma, pero también tienen que permitir que se les compense adecuadamente».
Nájera añade que es lógico que los vecinos tengan miedo a perder su casa, «pero en cada caso se negociará de forma individual para buscar la mejor solución».
De momento, el plan de reconversión se centrará, en una primera fase, en la rehabilitación integral residencial de las zonas de Can Pastilla, Las Maravillas y S'Arenal Llucmajor (ver gráfico adjunto). En las mismas se contemplan derribos de edificios (91 viviendas en Can Pastilla, próximas a la calle Horario; cerca del centenar en la operación residencial en el torrent dels Jueus), así como el traslado de toda la primera línea comercial a segunda línea para convertir la calle Marbella en un bulevard o rambla comercial, como así se contempla en la zona de Las Maravillas.
Reconversión e información
La sede del Consorcio Urbanístico está recibiendo desde hace una semana más de 40 personas diarias que piden información, al mismo tiempo que el propio Consorcio se ha puesto en contacto con los vecinos afectados, «a los cuales se les entrega toda la documentación adecuada para que entienden el objetivo del plan», indica Nájera.
Para la gerente, la apuesta de los partidos políticos es clave para que el plan de reconversión salga adelante. «Los partidos políticos tienen que actuar con prudencia en estos momentos. Se trata de un proyecto complejo, difícil y extraordinario en su ejecución. No tenemos prisa, que quede esto claro a los vecinos, porque la acción más inmediata en la rehabilitación integral residencial no se producirá, como mínimo, hasta dentro de tres años».
En este aspecto, Nájera asegura que el plan de reconversión urbanístico «requiere un gran consenso, que haya alianzas y complicidades, porque en caso contrario no será un proyecto piloto. ¿Qué queremos? Una simple mano de pintura o la renovación integral de una zona. Queremos ver hasta dónde se puede llegar, de ahí que es vital e importantísimo que los ciudadanos se reúnan y analicen el proyecto. Una reconversión pasa, como así apuntan los urbanistas catalanes, por un proceso de higienización. Es aquí donde se requiere fortaleza política a base de mayorías y acuerdos».
Críticas
El período de exposición pública del plan finalizará en la primera semana de octubre. Será a partir de entonces cuando el Consorcio Urbanísitico analice todas las alegaciones que se presenten.
«Con las alegaciones se mirará todo el planeamiento previsto y se realizarán los oportunos cambios que procedan. Es positivo, repito, este movimiento vecinal y de críticas porque ellos nos ayudará a todos a buscar la mejor solución».
Nájera insiste en que hemos iniciado un proceso, «en el que debemos saber hasta dónde somos capaces de llegar. El planteamiento urbanístico es valiente, supondrá sacrificios, pero es el único modo de lograr que una zona turística madura como la Platja de Palma se reconiverta de forma integral, de ahí que se necesita el consenso de todas las partes implicadas para que se pueda ejecutar».