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«Hay que escuchar a la obra, ella te dice lo que necesita». Así explica Alfredo Àlvarez la actitud que debe mantener un restaurador que se enfrente a la rehabilitación de una pintura. Él concluirá a mediados de este mes la de dos cuadros del Museo de El Prado, depositados en el Museo de Mallorca, que firmó en el siglo XVII el pintor Bartolomé Roman (1587 1674) y que representan a dos arcángeles.

Son dos telas de gran formato «que se encontraban en muy malas condiciones» y que habían estado en el Museu de Muro hasta hace seis años.

En el pasado, cuando las técnicas de restauración no habían llegado a la especialización de hoy, las obras pictóricas padecieron auténticos desastres. Por ejemplo, en el caso que nos ocupa, el formato original de ambas telas fue modificado en dos ocasiones y luego volvió al original, que es como se lo encontró Àlvarez, y que mantiene.

Saneamiento, fijación del color, limpieza, estucado, reintegración cromática y, finalmente, barniz han sido los pasos seguidos por el especialista para devolverles su esplendor original, que el público apreciará cuando se abran las nuevas salas de Bellas Artes del museo.

Para hacer este trabajo, Alfredo Àlvarez tuvo que ganar un concurso convocado por el Ministerio de Cultura. El presupuesto ha salido de un convenio entre el Museu de Mallorca y la Banca March.