Según la APIMA, la acción de la antena afecta cada semana a cerca de 1.000 jóvenes. | M. Poquet

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El colegio público Son Basca ha dicho «basta» a la antena de telefonía móvil situada a unos sesenta metros del edificio escolar, «exponiendo a toda la comunidad educativa a las radiaciones electromagnéticas emitidas por la infraestructura», según el manifiesto conjunto del consejo escolar del centro y de la APIMA, que reclama al Consistorio del municipio «proceder al desmantelamiento de esta instalación».

Desde la dirección de la APIMA, manifestaron que «la antena no cuenta con licencia de actividad ni de apertura», aunque «el convenio con la empresa de telefonía se aprobó por pleno en el año 1999 y supone cerca de 8.000 euros anuales a las arcas municipales». Además, los responsables de la asociación quisieron dejar claro que «primero, la infraestructura disponía de cuatro radioenlaces, ahora hay nueve y uno es de 3G, cuando no se preveía emitir en esta señal».

Movilización

Así las cosas, la APIMA ha mostrado su oposición a la torre de telefonía desde que se construyera el centro escolar, en el año 2007, mientras que subrayaron que «el alcalde se reunió con nosotros en 2008 y dijo públicamente que se trasladaría la antena a un solar fuera del casco urbano». «Resulta paradójico comprobar como quién ayer hacía bandera política en sus programas políticos para la retirada de las antenas del casco urbano, se mantenga en el más absoluto silencio frente a las continuas demandas de la APIMA y del centro escolar», reza el manifiesto.

Desde la directiva aseguraron que se trata de una «situación de pasotismo, en la que no hay voluntad política a pesar de que está en juego la salud infantil». Desde la entidad, aseveraron que «la acción emitida por la antena afecta a cerca de 1.000 jóvenes a la semana», teniendo en cuenta la proximidad del polideportivo, de un instituto y de la escuela.

Sin embargo, un informe sobre las mediciones de telefonía móvil efectuadas en el colegio en octubre de 2008 revela que las radiaciones «son aceptables en todas las bandas y no constituyen un riesgo para los niños», aunque desde el centro reivindican la retirada de la infraestructura «por precaución a pesar de que las radiaciones sean débiles, ya que nuestros hijos están expuestos una media de siete horas diarias y los tejidos del cuerpo humano, especialmente en edad escolar, son fácilmente penetrables por las ondas electromagnéticas».

Traslado

Por su parte, el alcalde, Joan Comes, asegura que el traslado de la antena está pendiente de la modificación puntual de las Normas Subsidiarias «para sacar del pueblo todas las antenas de telefonía a un solar de detrás del cementerio». Comes sentencia que la torre «no tiene peligro puesto que es una antena receptora» y «los estudios realizados por técnicos dicen que las emisiones son muy débiles».