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El británico Mark Cavendish, del Columbia, puso fin a su sequía de victorias al imponerse al esprint en la quinta etapa del Tour de Francia disputada entre Epernay y Montargis, de 187,5 kilómetros, en una jornada de transición bajo un intenso calor que mantuvo al suizo Fabian Cancellara (Saxo Bank) con el maillot amarillo.
Resucitó «Cav» después de varios intentos fallidos, y se emocionó en el el podio cuando la crisis de confianza estaba ya haciendo mella en el joven ciclista. Su equipo dominó con un ritmo infernal los últimos kilómetros y dejó a su líder en cabeza a falta de 200 metros de la línea, donde no falla el hombre más polémico del pelotón, pero también, en condiciones normales, el más rápido. Cavendish celebró por todo lo alto un éxito especial, en un año con muchos contratiempos personales y familiares. Venció en el pulso de los velocistas al alemán Gerald Ciolek (Milram) y al noruego Edvald Boasson Hagen (Sky), con el español José Joaquín Rojas (Caisse D'Epargne) en una meritoria cuarta plaza. Todos ellos marcaron un tiempo de 4h.30.50, en una etapa que marcó una media de 41,5 kilómetros por hora. Hubo mucha tensión acumulada en el cuerpo de Cavendish, quien se puso a llorar a lágrima viva en plena entrevista en directo con la televisión francesa. Así me manifestó en la hora de la gloria, esquiva durante toda la temporada. La general no cambió un ápice, ya que Fabian Cancellara sigue de amarillo.