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Le cuesta reconocerlo públicamente, pero Gregorio Manzano ya sabe que su estancia en el banquillo del Mallorca está a punto de superar la fecha de caducidad. El entrenador de Bailén, que ayer subió a la tribuna de oradores para desgranar las claves del encuentro de ante el Espanyol, ha empezado a despedirse del club en el que ha consumido la mayor parte de su carrera. Con un discurso plagado de condicionales y el adiós flotando en el ambiente, el preparador andaluz apuntó al cambio de rumbo que afrontará a partir del lunes la entidad y animó a la afición a que siga disfrutando de lo que se ha conseguido durante la temporada, independientemente del puesto que ocupe su equipo en la clasificación. «Siga o no en la entidad, este proyecto se ha terminado. Es el final de una temporada y un ciclo», deslizó durante su comparecencia.
Centrados
Manzano, que no era partidario de desviar la atención del partido de esta noche, tuvo que enfrentarse a un interrogatorio sobre su futuro en el que tampoco ofreció demasiadas pistas. «Nunca se sabe qué puede pasar, porque en el fútbol lo que hoy es blanco mañana puede ser negro», explicaba. «Todavía no hay nada hablado y supongo que lo haremos cuando acabe el campeonato. Ahora no me preocupa ese tema, sólo hacer un buen partido y brindarle a la afición un triunfo, disfrutar del momento, de la clasificación y de la vuelta a Europa tras una temporada difícil», añadía el jienense. Sin embargo, sí que abundó algo más en el porvenir del club y recordó que tendrá que adaptarse a una serie de exigencias sí no quiere protagonizar ningún sobresalto sobre el campo: «Para estar en Europa habrá que hacer un equipo competitivo y eso deberán determinarlo los responsables de la entidad, cuál es el camino a seguir. Pero hay que saber que el año que viene, además de la Liga, que es un torneo complicado, estará la competición europea y la Copa del Rey. Eso hay que tenerlo en cuenta a la hora de diseñar la plantilla porque el próximo escenario no tendrá nada que ver con el actual. Habrá que hacer las cosas bien para no llevarse un susto».
El técnico bermellón aprovechó además la ocasión para subrayar que no espera ningún detalle de la afición esta noche («soy yo el que tiene que estar agradecido») y destacó en la Isla ha vivido los mejores momentos de su itinerario por los banquillos de Primera: «Siento que el Mallorca es mi historia como entrenador. Es el club que me lo ha dado todo y le estaré eternamente agradecido. Y si tengo la oportunidad de regresar otra vez lo haré encantado». No obstante, se mostró especialmente seco cuando se le cuestionó acerca de su relación con Mateu Alemany. «Normal. Igual. Sin ningún problema», afirmó sin mover un músculo.
Ganar y esperar
Con respecto a lo que pueda ocurrir en el estadio de los Juegos Mediterráneos, el preparador del conjunto rojillo tiene claro que «al Almería no se le podrá reprochar nada» y se limitó a repetir la consigna que habita desde el pasado fin de semana en el vestuario. «Lo que tenemos que hacer es ganar y esperar, a ver si después nos dan pie a entrar en la Champions», señalaba antes de recordar que la principal obligación de su equipo es derrotar al Espanyol. «Los jugadores quieren terminar el campeonato con una victoria y hacerlo ante nuestra afición para festejar el puesto que tenemos actualmente, que ojalá sea uno más cuando acabe la jornada. No hay que descuidar el partido. Voy a exigirle a los jugadores que lo afronten con la máxima intensidad y concentración», insistía.