El agresor del martillo confesó ante la Policía: «Era el momento perfecto para matarlo»

La jueza destaca en su auto la «frialdad» y el «cinismo» con el que actuó el procesado, de 31 años

Un agente de la Policía Nacional con el martillo que utilizó el agresor

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Pedro P. estaba en el sofá de su casa cuando recibió la ubicación del domicilio de la persona que había conocido a través de un aplicación LGTBI de citas. Una planta abaja situada en las afueras de Palma en la que había estado un mes antes manteniendo relaciones sexuales con el propietario de la vivienda. El hombre, español de 31 años, reconoció a su interlocutor y decidió coger un martillo para matarlo.

Los dos hombres acordaron que el dueño de la casa dejaría la puerta abierta para recibirle con una máscara, de espaldas en su cama y en la penumbra. Pedro P. entró con la cara tapada en la casa y golpeó en dos ocasiones en la parte posterior de la cabeza a la víctima, que se giró y forcejeó con él para arrebatarle la herramienta. El herido reconoció a Pedro P. por el tatuaje que lleva en la muñeca izquierda.

–¿Tío, qué haces?

El agresor huyó de la planta baja, pero minutos después se dio cuenta de que se le habían caído las llaves de su casa y el teléfono móvil y decidió volver para recuperarlos. La víctima, que tenía un corte a la altura de la nuca, ya había llamado a la policía y preguntó a Pedro P. los motivos del ataque.

Pedro P., custodiado por un policía, el miércoles en los juzgados | Foto: P. Bota
Pedro P., custodiado por un policía, el miércoles en los juzgados | Foto: P. Bota
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–Lo siento, tío, estoy desesperado. Quería matarte para quedarme con tu casa, alquilarla e irme fuera del país. Debo mucho dinero, es la solución porque como no te conozco no me supondría nada matarte.

La Policía Local y la Policía Nacional se presentaron en la casa y detuvieron al agresor, que confesó ante los agentes sus intenciones: «Era el momento perfecto para matarlo y prefería a una persona desconocida para no tener ningún remordimiento». El hombre fue trasladado el pasado miércoles ante la jueza de Instrucción 6 de Palma, que se encontraba en funciones de guardia, y decretó su ingreso en prisión por intento de asesinato.

La magistrada destaca en su auto la «frialdad» y el «cinismo» con el que actuó Pedro P., así como su «escaso arrepentimiento». «El detenido actuó de manera premeditada y sorpresiva, portando la cara tapada, aprovechándose de la indefensión de la víctima».

El médico explicó a la víctima que los golpes no fueron mortales por milímetros

El médico que atendió a la víctima le explicó que si los golpes hubieran sido unos milímetros más arriba o más abajo de la parte posterior de la cabeza el resultado hubiera sido mortal. El perjudicado, que precisó de una grapa para suturar la herida, fue trasladado al hospital Son Espases. El hombre pudo arrebatar el martillo a Pedro P. para evitar que continuara agrediéndole.