Era un viernes 4 de abril de 1986 y dos mallorquines, Toni Moll y Jaume Antich, se toparon, horrorizados, con sendos cadáveres tiroteados en un descampado de la carretera de Calvià a Es Capdellà. Se trataba de una mujer y un hombre, y junto a ellos había una escopeta de caza, con la que presumiblemente habían sido asesinados. Esta es la crónica de un crimen que conmocionó Calvià y que fue recordado con horror durante muchos años.
Antonio T., de 24 años, trabajaba en el hotel Reina de Peguera y tenía fama de cumplidor y responsable. Dolores S., de 18, era su novia y estaba empleada en una farmacia de Palmanova. También sus compañeros y conocidos se deshacían en elogios hacia ella: era educada, agradable y le gustaba su trabajo.
La pareja llevaba aproximadamente un año de relación y las crónicas de la época refieren que su relación iba tan en serio que tenían previsto casarse. Cuentan que incluso se habían regalado anillos mutuamente. En la tarde noche del jueves la pareja salió de copas por unos bares de Calvià, como acostumbraban a hacer ese día de la semana.
Los dos se llevaban muy bien y era considerada una pareja bien avenida. Sin embargo, parece ser que últimamente Antonio tenía celos infundados y su carácter estaba cambiando. Antonio, por aquellos días, tenía una escopeta de caza que le había dejado un amigo para que la probara, y la llevaba en el maletero de su coche, junto a algunos cartuchos de munición.
El vehículo con el maletero abierto, donde el presunto homicida escondía el arma y la munición.
El viernes por la mañana, dos varones que caminaban por un descampado descubrieron sus cuerpos. Ella estaba boca arriba, con un disparo a bocajarro que le había destrozado la cabeza, y él, a un metro de ella, boca abajo, con dos tiros en el cuerpo. Los testigos, muy impactados por el macabro hallazgo, dieron aviso a la Guardia Civil, que precintó aquel solar para llevar a cabo una inspección ocular.
La citada escopeta de caza estaba junto a los dos cuerpos y el coche de él, aparcado cerca, con el maletero abierto. La Benemérita, en un primer momento, barajó distintas hipótesis, desde que hubieran sido atacados por una tercera persona hasta que él la hubiera matado y después se hubiera suicidado con la misma arma.
El examen forense fue determinante y poco después los investigadores concluyeron que el varón había disparado contra su novia a poca distancia, en un aparente crimen pasional, y que a continuación se había quitado la vida. También averiguaron que antes del crimen disparó dos tiros al aire, supuestamente para intimidar a su novia, y después regresó al coche para recargar el arma, con los cartuchos del maletero.
Tras conocerse las conclusiones, nadie daba crédito a lo que había sucedido. "Tiene que haber sido una enajenación mental momentánea", apuntaron desde su entorno. Nunca se aclaró del todo lo ocurrido y el caso quedó cerrado. Con muchas incógnitas por despejar.
1 comentario
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Llevaba el demonio dentro.