En rueda de prensa en Córdoba, la subdelegada del Gobierno en Córdoba, Ana María López, ha explicado que la operación, denominada «Fenicio-Diávolo 24» y que sigue abierta, se inició en abril de 2024 cuando los agentes detectaron «movimientos extraños de capital» en las oficinas de varias empresas de Córdoba que se dedicaban a la compraventa de oro.
Tras un año de pesquisas en la que participaron distintas unidades operativas de la Guardia Civil, el pasado 18 de junio se procedió al registro de hasta 20 instalaciones empresariales, once de ellas radicadas en Córdoba, tres en Madrid, dos en Zamora, dos en Salamanca y otras dos en Sevilla, donde se logró detener al cabecilla de la organización mientras trataba de escapar por una ventana con 10.000 euros en efectivo.
La explotación de la operación culminó con la detención de hasta 19 personas, siete de las cuáles ya han ingresado en prisión, y la investigación de otras seis por la presunta comisión de un delito de blanqueo de capitales y pertenencia a organización criminal. Durante todos los registros efectuados, los agentes intervinieron 615.000 euros en efectivo, unos 12,5 kilogramos de oro valorados en más de un millón de euros, otros 12,5 kilogramos de plata valorados en 15.200 euros, así como un gran número de joyas de origen desconocido, ocho vehículos, armas de fuego y abundante documentación.
Según ha detallado el teniente coronel jefe del Departamento Contra el Narcotráfico de Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, Óscar Esteban Remacha, la organización criminal utilizaba una oficina en la capital cordobesa para dirigir y gestionar el blanqueo de capitales y recibir enormes cantidades de efectivo.
Además, contaba con ramificaciones y eslabones en diversas provincias de España -concretamente en Madrid, Salamanca y Zamora- desde las que transportar el dinero en efectivo a varios puntos del territorio nacional.
Organización criminal en China
De esta manera, este metal era posteriormente vendido en distintas empresas del Parque Joyero de Córdoba, quienes se encargaban de su reintroducción en el mercado lícito, por lo que la investigación se centró en una serie de empresas «pantalla» controladas por la organización criminal y administradas por testaferros.
Los agentes pudieron comprobar que los fondos blanqueados se remitían a los «clientes» de la organización criminal, otra red de origen asiático, y constataron que algunos de sus miembros estaban vinculados al tráfico de drogas y delitos contra las personas, actividades que originaban parte del capital blanqueado.
Igualmente, se comprobó cómo miembros de la organización recogían, prácticamente a diario, cantidades indeterminadas de dinero en efectivo de diversos establecimientos asiáticos, por lo que no se descarta que una parte de los fondos blanqueados tuvieran su origen en un posible delito fiscal derivado de la incorrecta declaración de los beneficios obtenidos en estos negocios. Finalmente, una vez completada la operativa por la organización criminal de blanqueo de capitales, los «clientes» requerían que se les remitiesen los fondos blanqueados a empresas controladas por estos situadas en «países de difícil cooperación internacional, como es el caso de la República Popular China», ha detallado Remacha.
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