La muerte del cazador furtivo de Son Serra de Marina y la bala perdida: ¿Disparo al aire o tiro intencionado?

El día de Reyes de 1980 un joven perdió la vida por un tiro en un coto de caza donde había entrado con unos amigos. El vigilante fue detenido

Un testigo muestra la mancha de sangre en la finca de Son Serra de Marina | Foto: R.D.

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El 6 de enero de 1980, día de Reyes, un tiro acabó con la vida de un joven de 19 años llamado Simón R.M. se había adentrado con unos amigos en un coto privado de caza, en Son Serra de Marina, y el vigilante disparó sobre ellos. Esta es la crónica de un caso que creó una gran controversia porque el detenido sostenía que apuntó al aire, a mucha distancia de los cazadores furtivos, mientras que la acusación particular mantenía que tuvo intención de herirlos.

Ese frío día de principios de año, cuatro amigos se colaron en la finca de Son Serra de Marina sin permiso. Supuestamente eran cazadores furtivos y poco después de las doce del mediodía Simón R.M., José Antonio V.L., Manuel G.C. y Manuel G.R. fueron descubiertos por el guarda, que les llamó la atención.

En cualquier caso, las versiones de unos y otros diferían de forma considerable. Según el vigilante, "me hicieron malas señas" y le dispararon en dos ocasiones desde un algarrobo. Uno de los tiros le perforó el jersey, pero no llegó a herirlo, según su relato.

El guarda se escondió entre la maleza e incluso tuvo tiempo de fumar un cigarrillo, mientras pensaba que el grupo se había marchado de la finca. Sin embargo, cuando a los quince minutos se levantó fue tiroteado de nuevo y él, para intimidarlos, respondió "con dos disparos al aire" con su escopeta. "Estaban a unos 700 metros, era imposible que les alcanzara", aseguró.

El grupo de amigos, en cambio, ofreció una versión diametralmente opuesta. Ni siquiera vieron al vigilante, que les acechó entre las hierbas. "Yo pensaba que Simón iba de cachondeo y de repente cayó al suelo. Empezó a brotarle sangre y cuando paramos un coche para que nos ayudara no quiso saber nada. Pasaron dos más y ocurrió lo mismo", contaron.

Al rato, llegó José T.C. con una furgoneta y les comentó que "solo es un rasguño" y confirmó que había sido él quién había disparado. Los amigos le obligaron a que cargara al herido en el vehículo y se dirigieron hasta Can Picafort, donde el joven tiroteado fue atendido por los servicios médicos.

Sin embargo, su estado era muy grave y había sufrido una fractura en el parietal, por lo que lo bajaron a Son Dureta, donde fue operado de urgencia, a vida o muerte. Poco después, Simón murió a consecuencia del disparo recibido en la finca.

El vigilante fue detenido y pasó dos meses en prisión preventiva, a la espera del juicio. Según su relato, "soy inocente, no quería herir a nadie. Estos dos meses encerrados han sido los peores de mi vida. Lo único que hice fue disparar al aire, estaba muy lejos y era imposible darles".

Para algunos investigadores siempre quedó la duda. Que perdura 45 años después: ¿Se trató de una bala perdida que recorrió una distancia increíblemente larga o, por el contrario, el tirador se acercó y tenía intención de alcanzar a su víctima?