«Mis padres, al creerme, me salvaron la vida; porque los que cuestionan a la víctima hacen que no se atreva a contar la verdad»
La propia víctima del último abuso destapado en Mallorca y las responsables de las cuentas de denuncia en redes hablan sobre las dificultades para exponer los casos de agresión sexual
Las cuentas de denuncia permiten que las víctimas encuentren un espacio seguro para compartir sus testimonios y encontrar apoyo
«Tengo amigas que con lágrimas en los ojos me han contado que no pueden hablar sobre abusos que han sufrido con su familia, tanto siendo menores como adultas, porque saben que su familia no hará nada. Es muy triste. No dando apoyo a las víctimas no sólo no lo hacen bien sino que debería hacernos pensar, ¿qué le estamos enseñando a nuestros hijos?», empieza diciendo la última de las mujeres que ha compartido su testimonio sobre los abusos que, presuntamente, sufrió cuando tenía once años en Muro por parte del marido de su tía. Le cuesta entender por qué la sociedad plantea diferencias entre el apoyo que se recibe cuando se habla de un desconocido a cuando se trata de implicar a alguien cercano a la familia.
«En 2018 fui quien empezó el movimiento MeToo en España y cuando lo hice, familia y amigos me dijeron lo valiente que era. La misma gente que cuando, años después, denuncié a mi tío; me llamó mentirosa», narra. Considera que uno de los mayores problemas para sacar a la luz este tipo de relatos es el hecho de que «creemos que conocemos muy bien a los hombres de nuestra vida. Tú puedes conocer a tu padre pero no sabes cómo es tu padre con otras personas. Puede que a ti no te haya hecho nada, pero a mí, por ejemplo, sí. Es algo que se debe asimilar», manifiesta.
«Los hombres se protegen entre ellos pero es la sociedad misma quien castiga a la mujer que habla», explica la periodista y activista Cristina Fallarás. No considera que, actualmente, el mayor problema sea que no se crea a las mujeres que denuncian sino que «fingen no creernos, tapan las violencias porque es una forma de acallarlas», aclara. Este último caso denunciado en Mallorca ha llamado especialmente su atención por varias cuestiones: «Primero, el hecho de cómo cuenta algo que le ha ocurrido a tantas mujeres, el sufrir un 'flashback' de mayor y recordar lo sucedido. Luego por cómo explica que la Guardia Civil la disuadió para no interponer la denuncia. Hay un patrón de silencio que se impone a través del castigo social. No es sólo que el sistema o las instituciones no faciliten las denuncias sino que es la sociedad misma la que castiga a la mujer que habla mientras los varones se protegen entre ellos», afirma Fallarás.
La periodista y escritora Cristina Fallarás inició un movimiento en redes que ha permitido «a millones de víctimas» compartir su testimonio.
«Condenan la pederastia según si implica a no a personas que quieren. Aún sabiendo que el 90% de las veces viene de alguien del entorno. Se está creando una generación de menores que no contarán nunca si les pasa algo, porque lo que están haciendo sus familiares cuestionando y no dando apoyo a la víctima es decirles directamente que no lo cuenten, que no se atrevan a contarlo porque nadie les creerá. Me da mucha rabia. Mis padres, por creerme, me salvaron la vida porque los que cuestionan a la víctima hacen que no se atreva a contar la verdad», prosigue la joven mallorquina de la última denuncia.
Aida Cortecero, responsable de la cuenta @abusosbaleares, inspirada en las publicaciones de Fallarás, explica cómo, tras cualquier publicación, otras mujeres se ponen en contacto con ellas para denunciar más casos. «Si el sistema propicia que se de el abuso, no se va a solucionar desde ahí. Desde estos canales conseguimos denunciarlo y exponerlo. Es un espacio libre de juicios y de todo lo malo. Se crea una red de apoyo muy necesaria para dar luz a esta realidad que sólo nosotros podemos contar», manifiesta.
Cortecero reivindica cómo se señala a las víctimas, incluso cuando sonríen: «Hay que cambiar esos juicios, las mujeres que han sufrido agresiones no tienen por qué mostrar lo que les ocurre por fuera, que sonrían no cambia lo que les ha ocurrido».
Otras víctimas de abusos han reaccionado a la publicación del testimonio de la joven de Muro:
«El hecho de que las víctimas se dirijan, ya no a mí o a la cuenta, sino a las mujeres que nos leen, las que están al otro lado, eso que se está estableciendo es muy importante. Nos permite recordar que no estamos solas», añade Cristina. Aida, también hace hincapié en como algunos casos, mediáticamente, se tratan más que otros. «He visto mucha demagogia por parte de todo el mundo. No se le da el mismo respeto a todos los relatos y no siempre se valoran. Es muy triste que, cuando hay cargos públicos o políticos por medio, se les de importancia porque pueden utilizarse como arma arrojadiza. No necesitamos que nuestros relatos sean validados ni utilizados políticamente, sólo que tengan presencia, que se muestre esta realidad», dice Cortecero.
Por su parte, la víctima, trata de gestionar lo ocurrido tras la publicación de su caso y continúa tratando de contactar con otras mujeres afectadas. La descripción que da de su presunto agresor es que «es una figura medio pública al haber pertenecido muchos años a la cúpula del PP e incluso estuvo imputado en una de las tramas de corrupción, sale con frecuencia en IB3 y tiene un cargo actualmente. En el pasado trabajó también con menores en el área pública», finaliza.