Bridget: la guía turística secuestrada en su apartamento de Palma y asesinada en una cueva

En marzo de 1983 el cuerpo sin vida de la joven fue localizado junto a su novio, que también estaba muerto

La familia de la joven asesinada, tras llegar a Mallorca para recoger sus pertenencias

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Bridget Helen Hobley tenía 32 años y un futuro de lo más prometedor. Era guía turística y su padre le había montado un bar en Palma. Un día, la inglesa desapareció misteriosamente de su apartamento después de que su vecina fuera atacada por un intruso, que le roció el rostro y la dejó atada. Esta es la crónica de una desaparición que acabó en crimen: ella y su novio aparecieron muertos en una cueva del Port des Canonge. El homicida estaba más cerca de lo que nadie pensaba.

La mujer vivía en los apartamentos Impala II, de Cala Major, y había conocido a Miguel Ángel G.F., de 42 años, porque era amiga de exnovia del mallorquín. Todavía no sabía que el varón contaba con un amplio historial delictivo y que su noviazgo junto a él sería un auténtico calvario.

En aquellos días, la Guardia Civil del puesto de Valldemossa ya buscaba frenéticamente a la guía, que llevaba días desaparecida. Su caso había sido muy extraño: un desconocido irrumpió de repente en la casa de su vecina, la atacó y amordazó, y después saltó por el balcón común y se metió en el piso de Bridget.

La pareja montó un bar en Palma con el dinero del padre de ella.

Tuvo que haber lucha entre ambos, porque días después el camisón y la sábana de la cama aparecieron ensangrentados. Sea como fuere, el delincuente se llevó por la fuerza a la británica y cuando pudo liberarse, horas después, su vecina pidió ayuda a gritos. Tenía problemas de visión porque el intruso le roció los ojos con un spray, pero pudo aportar datos sobre las características físicas del sospechoso.

A partir de se momento la Policía Nacional llegó a la conclusión de que el varón en cuestión era su novio. Hacía cuatro años, había alquilado un barco con su anterior novia inglesa y a tres millas de la costa mallorquina arrojó al patrón por la borda. Lo dejó a merced de las olas, ante una muerte segura, pero la providencia quiso que un mercante que navegaba por la zona lo rescatara.

Fue detenido cuando cenaba con su novia en un restaurante de Portocolom. Acabó en prisión y ella se marchó a su país, tras visitarlo durante un tiempo en la cárcel. Precisamente fue en aquellos momentos cuando Bridget conoció a Miguel Ángel, porque acompañaba a su amiga en sus visitas, para hacerlas más llevaderas.

El mallorquín era un gran cocinero y sus conocidos le definían como "inteligente y deportista". Cuando se pusieron al frente del bar que el padre de ella les montó, todo parecía que iba bien. Nada más lejos de la realidad. Las peleas y discusiones eran continuas y Miguel Ángel, en algunas ocasiones, mostró intenciones suicidas.

En octubre, él le propinó una paliza de muerte y acabó ingresada en la clínica Femenía, con varias costillas rotas y la cara destrozada a golpes. La había atado a una barca, donde pasó dos noches. El español regresó a prisión, pero a su salida intentó ver de nuevo a la guía inglesa. Su amiga Doreen Reeves contó que había pedido protección policial, aterrorizada, pero que nadie la protegió.

La madre de la víctima se mostró indignada con la policía española.

El día del hallazgo de los cuerpos, la Benemérita reparó en un Seat 127 aparcado cerca de 'sa Cova' del Port des Canonge. Una cueva por la que Miguel Ángel sentía fascinación. Todo indicaba que los dos podían estar dentro y, en efecto, allí aparecieron los dos cadáveres. Bridget había sido acribillada a tiros y su novio había corrido la misma suerte.

En un principio se especuló con que ambos podían haber sido atacados por una tercera persona, pero durante la inspección ocular de la gruta se descartó esta posibilidad. Miguel Ángel había dejado una nota, escrita de su puño y letra, en la que explicaba por qué lo había hecho. Bridget siempre supo que su novio mallorquín escondía un oscuro secreto.

Los padres y el hermano de la guía llegaron a Mallorca para hacerse cargo del cadáver y criticaron duramente la inacción policial: "A nuestra hija la dejaron morir. Pidió ayuda y nadie la escuchó".