Uno de los okupas, que padece diabetes, en el interior del apartahotel. | Alejandro Sepúlveda

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Cuatro son los okupas que siguen atrincherados en el aparthotel Sol y Mar de Cala Bona, en Son Servera. El escenario de un episodio sin precedentes dentro de un fenómeno que crece sin parar y alcanza a este tipo de negocios. Ultima Hora ha podido conversar con tres de ellos, jóvenes que aseguran sin mostrar su rostro que «nos han engañado, no queremos dinero sólo una casa», aseguran. Antonio, Dani y Yerai son los protagonistas de esta historia, quienes admiten que en su día «pagamos entre 800 y 1.000 euros cada uno para entrar en un apartamento, pero no tenemos nada firmado», remitiendo a un personaje que identifican bajo el nombre de Dimitri.

Uno de ellos asegura que lleva allí desde el mes de noviembre y otro desde diciembre. «Nos han estafado», reiteran, a la vez que dicen que «si nos dejan salir, lo haremos para buscarnos la vida. A lo mejor en cinco días no estamos aquí ya. Queremos encontrar algo, un trabajo y un techo para vivir». Desde el exterior, relatan que allegados suyos les hacen llegar alimentos, bebidas y baterías para los teléfonos móviles.

Hablan los okupas del apartahotel de Cala Bona: «Nos han engañado, no queremos dinero sólo una casa»
Tres de los okupas que permanecen en el apartahotel. FOTO: A.Sepúlveda
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De la misma manera, dejan muy claro que no quieren «asustar o tener problemas con los vecinos», en referencia a la inquietud que ha generado la presencia de estos 'inquilinos' en uno de los bloques del Sol y Mar, concretamente en cuatro apartamentos de la parte baja. «Teníamos las llaves de la entrada y de las habitaciones», apuntan estos tres okupas, mientras el otro, musulmán y diabético, observa desde la distancia. «Si tenemos algún problema de salud, esperamos que dejen entrar a los médicos», señalan.

Proceden de Son Gotleu, Santa Ponça o Es Pil.larí, y reiteran por activa y por pasiva que «no queremos dinero, queremos una casa y tiempo para buscar otro sitio», y afirman que el pasado lunes, en el momento del desalojo y la intervención policial, «había niños en el edificio, en el bloque frente al nuestro. Dentro éramos cinco, pero hemos llegado a ser hasta 22», calculan, apuntando a una pareja con dos niños como caso especial.

«Tenemos comida que se ha puesto mala porque no hay luz y no podemos cocinar y por eso nos la traen desde la calle», prosiguen, a la vez que recuerdan que, en el momento de entrar en la vivienda «hasta toallas y sábanas encontramos», esperando una solución rápida a esta situación «porque hace días que no vemos a nuestras familias y esto se hace duro. Hace frío, no tenemos comida y no estamos aquí por gusto», asegura Antonio, el mayor de los cuatro, que este jueves han recibido a primera hora de la mañana la visita de la Guardia Civil y un representante del juzgado, que recabó información sobre la situación en el interior del apartahotel Sol y Mar de Cala Bona, epicentro de un caso único.