Gary Yera había nacido en Mali y trabajaba como albañil en Palma.

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Gary Yera tenía 26 años y era un inmigrante de Mali. Trabajaba como albañil en Palma y en la noche del 11 de diciembre de 2000 se enfrentó con un conocido en el parque de Son Pizà. Acabó mortalmente cosido a puñaladas. La Policía Local de Palma, que todavía tenía Policía Judicial, instruyó las diligencias, algo impensable hoy en día. Esta es la crónica de un homicidio sobre el que planeó la sombra del racismo.

Gustavo Adolfo García Leiva, un vecino de 24 años de la calle Pascual Ribot -muy cerca de donde se cometió el crimen- conocía desde hacía algún tiempo al albañil de Mali y los dos pertenecían a la misma pandilla juvenil que por las noches se apostaba en el parque de Son Pizà. Las disputas entre ambos surgieron días antes de cometerse el homicidio, cuando supuestamente Gary Vera compró una postura de hachís a Gustavo y le pagó 5.000 pesetas, según declararon los amigos del grupo.

El subsahariano no quedó contento con la compra y se lo recriminó, por lo que ambos llegaron a las manos y Gary resultó con un ojo amoratado. Las desavenencias entre ambos fueron en aumento y el jueves siguiente, a las nueve y cuarto de la noche, ambos coincidieron en el parque de Son Pizà.

Los amigos del fallecido recaudaron fondos para enterrar el cuerpo.

El africano esgrimió una barra de hierro y su contendiente una navaja o un objeto punzante -este extremo no quedó demasiado claro porque el arma homicida no apareció- y la pelea cesó cuando Gary recibió cinco puñaladas. Una de ellas le alcanzó el corazón y le produjo la muerte casi al instante. Los testigos de la agresión -al menos una decena de jóvenes- dieron aviso a la Policía Local, cuyo cuartel está ubicado a unos 300 metros del parque.

El acusado se marchó del lugar y acudió a su casa, donde se limpió las manchas de sangre. Regresó minutos después, cuando los agentes estaban interrogando a los chicos. Los funcionarios lo detuvieron inmediatamente, pero no hallaron el arma punzante.

El Grup Operatiu registró el piso del acusado, que ya había sido arrestado por la Guardia Civil hace un tiempo en el aeropuerto de Palma, por un asunto relacionado con el tráfico de drogas. Luego tuvo otro incidente con la Benemérita y también fue denunciado. Días después del crimen ingresó en prisión.

De forma paralela, los amigos de Gary Yera iniciaron una campaña para reunir dinero para costear los gastos del entierro del joven de Mali, que no tenía familia en la Isla. La víctima vivía en una planta baja de la calle Emili Darder con otros amigos andaluces y hasta 1996 había residido en Algeciras, en donde se ganaba la vida como vendedor ambulante.

Gary acostumbraba a frecuentar el parque de Son Pizá, en donde perdió la vida. Justo al lado se encuentra el cuartel de la Policía Local. El juico llegó unos meses después y la acusación particular planteó la posibilidad de que el móvil del crimen hubiera sido racista, ya que el acusado manifestó en alguna ocasión su intención de matar "a este negro de patera".

El fiscal fue Miguel Ángel Subirán, tristemente famoso años después por su instrucción desastrosa del 'caso Cursach', eliminó el atenuante de legítima defensa y pidió para Gustavo Adolfo un total de 15 años de prisión. Durante el juicio, se evidenciaron pruebas abrumadoras contra el agresor y fue condenado a diez años de cárcel, que posteriormente confirmó el Tribunal Supremo.

En la Avenida San Fernando y Son Pizà muchos vecinos todavía recuerdan el crimen del parque. Y de Gary Yera, el subsahariano que atravesó media África para llegar a España.