Imagen de archivo de una actuación conjunta de la Policía Local de sa Pobla y la Guardia Civil. | R.S.

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La Guardia Civil detuvo el pasado sábado a un hombre, español de 41 años, acusado de amenazar de muerte a su exjefe horas después de ser despedido. Además se enfrentó a varios agentes de la Benemérita cuando fueron a intentar apaciguar los ánimos, algo que resultó imposible. El arrestado acudió al bar propiedad del denunciante para reclamar una presunta indemnización y al encontrar la negativa por respuesta empezó a provocar graves altercados en las inmediaciones del establecimiento, ubicado en las afueras de la localidad.

Puesto horas después a disposición de la jueza de guardia en Inca, el hombre, asistido por la abogada de oficio Concepción Rebassa, quedó en libertad, pero con una orden de alejamiento y comunicación con el perjudicado.

Gritos y exigencias

Según fuentes judiciales, los hechos se remontan a minutos antes de las 18.00 horas del pasado día 29. El empresario avisó a la Policía Local de sa Pobla para explicar que esa misma mañana había despedido a un trabajador en otra empresa que tiene y que ese individuo había acudido a su bar para realizarle destrozos si no le pagaba inmediatamente su indemnización. Al personarse una patrulla y viendo el estado del hombre pidieron apoyo a la Guardia Civil. El arrestado no paraba de repetir que iba a acabar con la vida de su exjefe y que al irse los funcionarios lo iba a «reventar a puñetazos». Cuando parecía que se tranquilizaba la situación, la centralita de la policía volvió a recibir dos horas después la llamada del propietario del bar para relatar que de nuevo su exempleado se encontraba allí. El empresario intentó explicarle que le haría la transferencia de lo que le debía, pero que el dinero le llegaría el martes -por hoy- al haber un fin de semana y el lunes festivo de por medio. Pero ni con esas. El hombre siguió con sus amenazas, que alcanzaron al resto de trabajadores del local y también a la mujer del perjudicado, que se marchó del lugar.

Los agentes que acudieron a intentar poner paz tuvieron que marcharse porque había entrado otro servicio urgente. Una hora más tarde, cuando ya eran casi las diez de la noche, regresaron los funcionarios y le exigieron otra vez que se marchara y este volvió a amenazar al dueño del bar. «Más vale que se vaya estando delante de vosotros porque si no os juro que me tendréis que meter veinte años en prisión», vociferó delante de los policías. Ante esto, y después de varios intentos en vano de que depusiera su actitud, la Benemérita acabó arrestándolo. De camino al cuartel, lejos de tranquilizarse, también profirió graves amenazas a los agentes. «Te voy a matar y después te voy a echar a los cochinos. Voy a mandar a gente para que te mate, me he quedado con tu cara, que Mallorca es muy pequeña», le dijo a uno de ellos.