En 2014 la Guardia Civil inspeccionó la caseta del sospechoso en Sa Porrassa y lo interrogó durante dos días. | Michel's

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Uno de los principales sospechosos del caso de la menor desaparecida Malén Ortiz, que frecuentaba una finca de Magaluf que en la actualidad está siendo registrada de nuevo, era un representante de artistas de Hollywood que vino a vivir a Peguera y buscaba «chicas en monopatín» para un supuesto desfile de modelos en la Rambla de Palma. La adolescente, cuando fue vista por última vez, llevaba un monopatín, lo que disparó todas las alarmas de los investigadores. Sin embargo, nunca se pudo probar nada contra él.

El hombre, un español de más de 70 años, había estado viviendo en Los Ángeles y en diciembre de 2013, cuando desapareció Malén, residía en una habitación de un hotel de Peguera cerrado al público, que alquilaba cuartos en invierno. Cada día acudía a la finca de sa Porrassa, muy cerca del lugar donde fue vista por última vez la adolescente, y guardaba libros, cartas, ropa y recuerdos en una construcción de aquella propiedad. El dueño se lo permitía y el representante de artistas, que había ganado mucho dinero en Hollywood y en esos momentos estaba arruinado, pensaba que podría relanzar su carrera en Mallorca.

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No dio problemas hasta que un día, en 2014, fue denunciado por acosar a unas menores cerca de la parada de un autobús, en Magaluf. Esa información llegó a oídos de la Policía Judicial de la Guardia Civil, que lo puso en su punto de mira y lo vigiló de forma discreta. Cuando los agentes descubrieron que había estado buscando «chicas con un monopatín» para un supuesto desfile de modelos en La Rambla de Palma se precipitaron los acontecimientos y decidieron tomarle declaración. Nunca fue detenido oficialmente, pero durante dos días fue interrogado por los agentes.

Negó de forma categórica que tuviera algo que ver con la desaparición de Malén, pero en su relato evidenció problemas mentales severos. Tenía visiones y oía voces y después se descubrió que padecía un trastorno de doble personalidad. En Calvià, tras este episodio, se le cerraron todas las puertas e incluso fue apodado por jóvenes de la zona como «el asesino», a pesar de que realmente no se le imputó nunca en el caso. Así las cosas, se tuvo que marchar a Málaga, donde su estado emocional empeoró de forma súbita y acabó ingresado en un centro psiquiátrico.

Los investigadores comprobaron que su relato de sus días de gloria en Hollywood era real porque en los enseres que almacenaba en sa Porrassa había recuerdos de esos años con cantantes y actores de los años ochenta.