Familiares de las víctimas realizaron una ofrenda floral. | Carles Domènec

TW
1

Familiares de las 68 víctimas del accidente aéreo que tuvo lugar en el cielo de Nantes (Francia), el 5 de marzo de 1973, visitaron este domingo la localidad de La Planche, para conmemorar su memoria. Ese día, un avión de Iberia que cubría la línea Palma-Londres chocó con otro de Spantax, que había salido de Madrid en dirección a la capital inglesa. El primero se precipitó en pleno campo, donde este domingo las familias visitaron un monolito que recuerda la tragedia. El otro avión, sin el 40 por ciento de una de las alas por el impacto, pudo milagrosamente aterrizar y salvar la vida de sus pasajeros.

Una misa inició, a media mañana, la dedicatoria a los fallecidos. El embajador español en Francia, Victorio Redondo, quiso asistir a la jornada de conmemoración, junto al cónsul general de España, Javier Herrera. La iniciativa de celebrar el homenaje surgió de la alcaldía de La Planche en enero, que transmitió su invitación a las embajadas de España, Gran Bretaña, Japón y Bélgica. El consulado español fue el único que se movilizó para reunir a los familiares de las víctimas, por lo que, este domingo, una treintena de personas formó parte de la comitiva, en gran parte mallorquina. Asistieron, por su cuenta, varios familiares ingleses y japoneses

El antiguo alcalde de la época, Jean-Paul Richard, destacó que «los habitantes de la localidad quedaron marcados de por vida». Así lo explicaron cinco miembros de la familia Parra Balaguer, que perdió a Marino Parra, Margalida Balaguer y su hija Isabel: «los habitantes de La Planche se volcaron en la recuperación de las víctimas con una gran sensibilidad, hoy hemos conocido a la persona que encontró en su jardín el cuerpo de Isabella».

Se da la circunstancia de que Francia sufría ese día una huelga general y los controladores aéreos habían sido sustituidos por militares de forma excepcional. Algunos países, como Alemania, habían decidido cancelar sus vuelos dentro del espacio aéreo francés. El embajador español calificó el suceso de «lamentable, fue un golpe muy duro donde se perdieron ilusiones de vida y sigue perviviendo un valor de solidaridad, la misma que hubo el día del accidente.

Vecinos de La Planche mirando una de las ruedas del avión.

Noticias relacionadas

La belga María José Van Noolen, que vive en Mallorca desde los años 70, perdió a su marido Roger Ruys. Este domingo visitó La Planche con sus hijas, de pocos años de edad cuando perdieron a su padre, y se emocionó al reconocerse fotografiada en un diario local sobre el féretro de su marido, días después del accidente, consolada por su madre y una amiga de Nantes.

Los hermanos Jaime y Conchita, hijos de Rosa Alemany, comentaron que «no teníamos pensado acudir al lugar del accidente, porque es remover un suceso doloroso, aunque éramos muy niños». Tomeu Buadas, acompañado de su hermana Laura, hijos del hotelero Bartolomé Buadas, declaró que «este acto es, en cierto modo, una forma de cerrar el círculo, yo era muy pequeño cuando pasó y siempre he oído cosas sobre este lugar», y añadió que «lo que se siente en un acto así puede ser parecido a lo que sienten los familiares de las víctimas del terrorismo». Tomeu Buadas recordó que «mi padre estaba en el avión porque acudía en Londres a una convención sobre turismo, como las que hay ahora».

En nombre de la comitiva, Elena Murano, hija de Domingo Murano, que era director general de Air Spain, aseguró que «este homenaje nos permite conocer mejor lo que pasó», y apuntó que «nuestros padres y madres que quedaron vivos, con mucho sacrificio, nos sacaron adelante y ellos son los auténticos héroes de este homenaje».

Cuatro bomberos que estuvieron en las tareas de recuperación de los cuerpos en 1973    rememoraron lo ocurrido. Uno de ellos contó que «el proceso de identificación duró días, fue un impacto para todo». El hijo del piloto del avión de Iberia, Luis Cueto, también piloto en la actualidad, preguntaba detalles sobre lo que encontraron los bomberos al entonces alcalde de La Planche, y confesó que «éramos muy pequeños en ese momento, no conocíamos nada de esto y yo, al final, me hice piloto porque pudo más la vocación que el miedo», concluye.