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–Barto, ¿qué ha pasado?, ¿qué has matado?
Una mujer, de 35 años, preguntó a su cuñado por los dos disparos que escuchó el pasado 7 de febrero desde el interior de su domicilio de Palma.

–No, nada, un gato.
El joven acababa de disparar con una escopeta de perdigones a ‘Tigresa’, la gata de su cuñada, en una parcela cercana.

Eran las once de la mañana. La dueña de la gata se encontraba con su hija de 5 años y sus tres perros cuando de repente escuchó un ruido del exterior. La mujer observó que uno de sus canes ladraba de forma muy extraña y le sorprendió, por lo que se dirigió al jardín y desde allí observó a sus suegros y a su cuñado abriendo el maletero de un Mercedes de color gris.

El joven, de unos 30 años, salió de la casa con la escopeta con la que acababa de matar a la gata de su cuñada. La mujer fue al lugar en el que yacía el animal muerto y lo cogió en brazos. Al cabo de unos minutos, cuando pasó por la casa del ahora denunciado, le gritó que no sabía lo que había hecho.
–¡Espero que lo tengas todo en regla!

El suegro de la mujer explicó a su marido que sus perros habían mordido a la gata y que, como estaba moribunda, le dispararon para que no sufriera. Cuatro patrullas de la Policía Local de Palma se entrevistaron con la denunciante, el presunto autor de los disparos (su cuñado) y los testigos (sus suegros). La mujer contó a los policías que tienen desavenencias familiares desde hace unos siete años.

La veterinaria informó a la dueña del animal que había fallecido por dos disparos de perdigones, uno en el cuello y otro en la cabeza, y que no presentaba ninguna otra herida. Los agentes de la Policía Local se han hecho cargo ahora de la investigación de la muerte de la gata ‘Tigresa’.