Bartolomé Cursach, durante la entrevista. | Youtube Ultima Hora

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Bartolomé Cursach, el empresario mallorquín recientemente absuelto en el mayor caso de corrupción investigado en Mallorca, rompe su silencio en una extensa entrevista en exclusiva concedida a Ultima Hora y afirma que la sentencia no es suficiente porque todavía «hay gente que piensa que si nos acusaban de todo eso algo debíamos haber hecho». El magnate sostiene que tanto él, como su familia y amigos, han sufrido mucho y que «aunque quisiera» no podría ni olvidar ni perdonar.

¿Está feliz con su absolución o piensa que no es suficiente?
Bueno, yo creo que la absolución no es suficiente ni para mí ni para un montón de gente que han sufrido las injusticias del exjuez Penalva, el exfiscal Subirán y los policías de Blanqueo. Han querido aprovecharse de nosotros para sacar un beneficio. Lo peor es que, a pesar de que nos hayan absuelto, aún hay gente que ha leído solo los titulares de algún periódico y piensa: «Bueno, si les acusaban de todo eso algo debían haber hecho».

¿Cómo se explica todo lo ocurrido?
Vamos a ver, es muy difícil explicar todo lo que ha pasado porque yo mismo hay cosas que no las acabo de entender. Esto empezó con unas oposiciones policiales que ganó alguien que sus simpatías no eran para un determinado partido político.

¿El PSOE?
(Risas) Yo eso no lo he dicho… No les interesaba políticamente que en la Policía Municipal hubiera unos agentes o mandos con simpatías hacia otro partido político y aquí empezó todo. Se encontraron con un juez y un fiscal que una de las cosas que querían era ser más populares que la sala que juzgó el caso Urdangarín. Es un tema de egos. De posibles ascensos.

¿Cree que querían ser el juez Castro y el fiscal Horrach de los tiempos de las grandes operaciones anticorrupción?
Sí. De hecho, tuvieron una cena en la que estaba un amigo mío en la que el propio juez Penalva dijo que tenía en sus manos un caso más importante que el ‘caso Nóos’.

El fiscal Herranz le pidió disculpas públicamente el último día del juicio. ¿Alguien más de la Justicia hizo lo mismo?
Para mí fue una sorpresa enorme y una alegría inmensa que, antes de empezar el último día del juicio, la jueza Samantha Romero se acercarse a todos los acusados que estábamos reunidos en la patio de la Audiencia y nos deseó que nuestras vidas se pudiesen recuperar. Esto para mí fue una de las alegrías más grandes del juicio, y también para todos los policías y funcionarios que juzgaban. Fue un momento muy emocionante.

Tolo Sbert, su mano derecha, dijo en la entrevista exclusiva que nos concedió hace poco más de un mes que no tenía ansias de venganza. ¿Usted las tiene?
Bueno, yo tengo una familia que ha sufrido mucho, que han estado todos a mi lado, unos abogados que alguno de ellos hubiera pasado días por mí en la cárcel y unos empleados que, a sabiendas de que en cualquier momento los podían meter en la cárcel, ya que en un momento dado hubo dos furgonetas policiales preparadas para ir a detener a las 24 personas de mi oficina y meterlas en prisión, y eso lo paró el juez Florit; pues a sabiendas de esto mis empleados continuaron conmigo. No hubo ni una sola persona que me abandonara de mi equipo. Y se jugaban irse a la cárcel. También mis amigos me apoyaron. Por lo tanto, el resumen es que no puedo perdonar ni olvidar. Ni aunque quisiera.

¿Quiere ver a Penalva, Subirán y los agentes de Blanqueo en prisión?
Yo quiero que se haga Justicia con estos señores. Para que esto, además, sirva para que no se vuelva a repetir, si es posible.

¿Está arruinado económicamente o muy tocado?
Realmente he vendido el 70 por ciento de mi patrimonio para ir pagando las deudas que me produjo esto y los dos años de pandemia. Y, económicamente, me encuentro en una situación complicada. Difícil. Pero trabajando creo que lo sacaré. De todas formas, hay que contar que antes de mi detención tenía a 1.700 empleados en mi empresa y ahora somos 600. Lo que demuestra muchas cosas.

Usted, antes, tenía 27 empresas y ahora cuatro.
Así es. Y me quiero quedar con tres. Me gustaría salvar tres.

¿Serían BCM, MegaPark y MegaSport?
Exacto.

Durante la instrucción, otros jueces y fiscales validaron todo lo que hacían Penalva y Subirán. ¿Cómo lo interpreta?
Yo lo interpreto que tanto Penalva como Subirán tenían unas instancias superiores que tenían la obligación de controlar. Hablamos de alguien que enviaba a 15 ó 20 personas a la cárcel. Y creo que tendrían que haber tenido un poco más de control.

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¿Por qué cree que no hubo ese control?
Pues pienso que fue por comodidad o por colgarse, de rebote, medallas ellos. A mí, personalmente, me leyó mi entrada en prisión el fiscal Carrau, del cual hubiese esperado que como mínimo antes de meterme en la cárcel se hubiera leído las diligencias. Todavía espero de él que me pida disculpas. Aún estoy esperando. En el juicio a otros les pidió disculpas, como a Tolo Sbert, pero a mí no. Carrau hablaba con mi abogado, Enrique Molina, y se acercó Tolo Sbert. Él le dijo: «Lo siento». También le pidió disculpas a Molina y el abogado le dijo: «A mí no, tienes que pedírselas a Tolo Cursach». Pero no tuvo la personalidad suficiente ni la fuerza para decirme: «Siento que haya pasado esto».

¿Pensó alguna vez que lo iban a detener?
No. De hecho, al salir en algún periódico que se decía que a un empresario de la noche que tenía negocios en Magaluf, Palma y s’Arenal ya le tenían preparada la celda, nos anticipamos y pedimos ir a declarar de forma voluntaria, precisamente para evitar una posible detención. Nunca nos contestaron. Y cuando me detuvieron jamás pensé que estuviera más de 72 horas en los calabozos. No tenían nada contra mí. El mismo fiscal, en uno de los WhatsApp, decía: «De Cursach no tenemos nada». Y le contestó un policía de Blanqueo: «Ahora vengo con un testigo y lo arreglaremos».

Siempre ha habido una leyenda negra alrededor de usted, ¿Por qué?
Yo no voy a fiestas, no voy a sitios públicos, no publico si hago algo o una empresa mía hace alguna cosa en beneficio de la sociedad. Nosotros no vamos por ese camino. Me he dedicado siempre a mi trabajo y a mi familia, y punto. No me han interesado nunca las fiestas. Ni fumo, ni bebo, ni me drogo. Y estaba en la noche por trabajo. Le diré más: esta leyenda negra a la que alude empezó hace muchos años, unos treinta, cuando un periodista que ahora está en una tele, publicó en Interviu que BCM en lugar de Bartolomé Cursach Más significaba «Banco de Coca Mallorquín». A partir de ahí empezó la leyenda negra. Yo antes salía en la prensa como deportista, estaba becado y me retiré siendo el once de España de tenis y campeón de Baleares. Mi padre era el conserje del Tenis Mallorca. Y le diré más, me retiré porque mis padres necesitaban mi ayuda y tuve que ponerme a trabajar.

¿Quién le comunicó que iba a prisión?
El fiscal Carrau. Nos dijeron que «la espuma de la cerveza está ahora muy alta, pero cuando baje saldrá». Pero era mentira, cada vez que pedíamos mi libertad, un supuesto sicario mío hacía alguna, pegaba un tiro, quemaba un coche, o agredía a alguien. O herían a la madame, que le cayeron unos muebles encima y dijo que le habían agredido. O uno de los famosos rumanos, que uno tuvo una pequeña quemadura con aceite y dijeron que un sicario mío le había tirado ácido. Fueron muy malos mis sicarios, porque no conseguían nada (se ríe).

¿Cómo fue su ingreso en la cárcel de Palma?
Primero me metieron en Ingresos. Había un chico que me conocía porque trabajó en uno de mis negocios. Fue agradable conmigo. Nos abrieron el economato y pudimos comprar cuatro cosas. Al día siguiente, me enviaron al módulo de preventivos, con Sbert. El día a día en la celda era ver la tele y pensar. Pensar mucho. Y en el patio andar mucho: daba 30 vueltas, entre andar y correr, por la mañana, al mediodía y antes de ir a dormir. Me hice la promesa de que tenía que salir muy parecido a como entré. Físicamente salí más o menos igual, pero de la cabeza no.

¿Sigue en tratamiento psiquiátrico?
Sí, tomo un buen carro de pastillas cada día. Me olvido de cosas. Quedo con alguien y no me presento, porque me olvido.

Sbert explicó que pensó en el suicidio. ¿Usted también?
No, nunca. No es que yo sea más fuerte, cada uno es como es, con sus virtudes y defectos

En la cárcel coincidió con El Ico, el hijo de La Paca, que era uno de los testigos protegidos que lo acusaba. ¿Lo conocía?
De nada. La única vez que alguien intentó embestirme fue él. Vino hacia mí en la cárcel, tras decirme algo que no entendí. Muchos presos lo pararon. Me quería agredir, recuerdo que era saliendo del locutorio. Yo era prácticamente amigo de todos los presos. Había respecto. En Alicante un compañero que salió en libertad y al poco tiempo llamó a mi mujer: «Ahora tengo trabajo, ¿necesitáis dinero?».

Su traslado a Alicante fue traumático
Fue horrible, duró muchísimas horas dentro de una especie de jaula. Pero puedo decir que el comportamiento de los guardias civiles fue inmejorable. Me faltaban unas gotas para los ojos y un guardia se ofreció. A la vuelta le dije: ¿Qué le debo? Y me dijo que nada. Fueron muy humanos, extraordinaria la Guardia Civil, nada que ver con la Policía Nacional. En Alicante los funcionarios eran más duros, más insensibles. En Palma te trataban de forma despectiva, no tienen respeto para una persona de 70 años que no es conflictiva.

¿Conocía a la madame, la otra testigo protegida estrella?
Sí, fue durante mucho tiempo fue la amante de un socio del MegaSport. Y la hizo socio a ella, vino un año y pico por el Mega. No me podía ver porque el que se lió con ella tenía mujer y dos hijas, y yo le dije: ¿Sabes dónde te metes? Porque sabía que estaba liada con otro socio. Supongo que él se lo dijo a ella, y por eso me odiaba.

Cuando la policía le pinchó el teléfono usted habló con Fernando Crespí, el que era presidente del Atlético Baleares, y aludió a comprar periodistas. ¿A qué se refería?
Una cosa es comprar periodistas y otra es comprar páginas o lugares preferentes en los periódicos. Si tú eres un buen cliente te tratan mejor que si no eres nadie. Yo me refería a poner publicidad y que eso daría mangas más anchas para tratarnos mejor.

¿Nunca ha tenido periodistas a sueldo?
Yo no.

¿Qué relación tiene ahora con Sbert?
Muy buena. Hay un aprecio mutuo. Ha sido leal conmigo. Nada que decir en su contra. Hubo un bulo que decía que pactaría con la Fiscalía. Pero fue eso, un bulo. El otro día estuvimos en la manifestación en Cort y todo perfecto. Él ha quedado muy tocado y yo también. Y los policías y funcionarios. Todos hemos sufrido mucho.