La Policía Nacional mantiene un amplio dispositivo de seguridad en la barriada para evitar incidentes.

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Los vecinos de la avenida San Fernando de Palma siguen sin poder vivir tranquilos. Cuando la Policía Nacional y Policía Local de Palma consiguieron expulsar a un violento grupo de okupas de una antigua sucursal bancaria y la propiedad cerrarlo a cal y canto, pensaron que su pesadilla ya había finalizado. No fue así. Los residentes han sido objeto de numerosos ataques y se han producido nuevos intentos de okupación ilegal.

En la madrugada del martes al miércoles, los vecinos de la zona tuvieron que enfrentarse a un grupo de unos cuatro o cinco okupas expulsados de la sucursal tiempo atrás y llamar a la Policía Nacional para evitar un nuevo asalto. «Estábamos tranquilamente en casa cuando escuchamos un gran estruendo. Al asomarnos a las ventanas y balcones pudimos ver a los mismos de siempre con ladrillos y piedras golpeando las cristaleras blindadas de la antigua oficina bancaria. No paraban de dar golpes, pero afortunadamente, les hicimos frente. Cuando detectaron que la policía estaba a punto de llegar salieron huyendo de la zona», relata uno de los vecinos.

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Los afectados afirman que no es la primera vez que intentan asaltar el inmueble desde que fue blindado. «Los okupas son conscientes de que la puerta principal dispone de alarma y está tapiada. Por ese motivo, ven más factible reventar las cristaleras y una vez dentro volver a tomar posesión del recinto. Son plenamente conscientes que si consiguen entrar la ley está de su parte y la policía no podrá hacer nada», comenta otro de los vecinos afectados.

Rápidamente, la Policía Nacional acudió al lugar pero a su llegada los chicos ya habían abandonado el lugar. Fuentes policiales consultadas por Ultima Hora confirmaron tener constancia de los intentos fallidos de tomar de nuevo la sucursal y que por ese motivo han aumentado su presencia y vigilancia en la zona.

Una de las personas que reside en una vivienda ubicada sobre el    local también denuncia que a raíz de las múltiples denuncias y enfrentamientos con las bandas juveniles, los okupas están tomando represalias graves contra ellos. «Nos tiran piedras contra nuestras cristaleras, ventanas, balcones, nos insultan y amenazan de muerte. La sensación de impunidad que tienen es absoluta y saben perfectamente que cuando les detienen a los diez minutos están de nuevo en la calle», concluyen los vecinos.