Momento en el que un operario instala la puerta blindada. | Pere Bota

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Los vecinos de la avenida de San Fernando de Palma respiran por fin. La propiedad de la antigua sucursal bancaria que se había convertido en un nido de okupas procedió este martes por la tarde al bloqueo de todos los accesos al inmueble. Horas antes, la Policía Nacional y Policía Local de Palma comprobaron que en el interior del local no quedaba nadie.

Operarios de una empresa de construcción y cerrajería instalaron un bloqueo y, acto seguido, una puerta blindada antiokupas en el acceso principal de lo que se había convertido en los últimos meses en el símbolo de las okupaciones ilegales de la capital balear.

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Cuando la puerta estaba a punto de ser instalada, llegaron al lugar seis jóvenes, algunos de ellos menores, con intención de acceder al interior para sacar algunas de sus pertenencias. Los policías les tomaron los datos y les acompañaron para sacarlas. Acto seguido, fueron expulsados del recinto y se consumó el bloqueo de los accesos. Por otra parte, según ha podido saber este periódico, los ‘inquilinos’ ilegales del local tienen en vigor una orden de alejamiento del lugar.

«Nos ha tocado el gordo. Ha sido un regalo de Papá Noel por adelantado. Estamos muy felices. Nadie se puede imaginar lo que significa para nosotros la expulsión de esta gentuza. Ha sido un año horrible, una auténtica pesadilla para todos los vecinos», apunta Manuel, uno de los afectados por la okupación ilegal. «Queremos dar las gracias a Ultima Hora porque siempre habéis estado al lado de los vecinos. Gracias a vosotros hemos podido vencer a los delincuentes y echarlos de aquí», apunta Francisco, uno de los residentes más reivindicativos.

Instantes antes, se había producido un nuevo altercado. La Policía Nacional detuvo a dos jóvenes, y entregó a sus padres a    dos menores, al acceder de manera violenta a la sucursal. Los agentes tuvieron que sacarlos del local. Los hechos, según fuentes policiales, sucedió sobre las 15.00 horas cuando varios de los ya hastiados vecinos alertaron a la policía porque se estaba produciendo un nuevo incidente entre jóvenes okupas donde siempre. Esta vez eran cuatro chicos los que intentaban entrar por la fuerza a la antigua sucursal bancaria y los de dentro no les dejaban acceder. Al llegar los agentes de la Policía Nacional hicieron caso omiso a las advertencias de los funcionarios de que cesaran en su actitud y tuvieron que internarse. El cierre de la sucursal pasará a la historia como uno de los grandes fracasos de la legislación y justicia en España. Más de 500 actuaciones policiales, decenas de detenidos, apuñalados, incendios, riñas tumultuarias, enfrentamientos de bandas latinas llegadas desde Barcelona, peleas, robos, amenazas de muerte, cortes de suministro eléctrico etc... y la incapacidad de poder desalojarlos de forma legal.