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Hay un trámite al inicio de cada declaración. En el que la presidenta pregunta al testigo si conoce a las partes. En el juicio del ‘caso Cursach’, la mayoría conoce a Bartolomé Cursach por referencias. Ayer uno de los testigos, dueño de un bar en Cala Major dijo que sí que le conocía personalmente. Aclaró que era por jugar al pádel con él en Megapark.

Infiltrado en Tito’s

El testigo largo del día fue  Gabriel Payeras socio de Ángel Ávila en Level. Tenía ganas de hablar y de contar todo el acoso que dijo haber sufrido. Contó que llegó a trabajar en Tito’s un tiempo. Después de haber declarado bajo secreto en la causa. Le llamó el director, Jaime Lladó, «una grandísima persona» y le ofreció trabajo. Dijo que aceptó, pero para buscar indicios. De infiltrado. «No lo logré porque un día entré en un cuarto pero no tenía batería en el móvil para hacer fotos». Tampoco identificó a policía alguno. «Fue nuestro error, no apuntar números de placa».

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El fiscal madrileño Tomás Herranz le terminará por coger el gusto a Palma. En su interrogatorio introdujo que se fue dando un paseo hasta la antigua discoteca Level y comprobó que aún hay un sitio para que aparque la Policía Local. Maneja un humor peculiar.

Duda sobre los años

Los dos primeros testigos que identificaron a dos policías solo se equivocaron en las fechas. Sitúan una coacción en 2017, cuando los agentes ya habían pasado cerca de un año en prisión y estaban suspendidos.