El acusado, este miércoles, en el juicio en la Audiencia de Palma. | Alejandro Sepúlveda

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–¿Le dijo al denunciante que era un buen negocio y que era seguro?– preguntó este miércoles la fiscal a un hombre, español de 72 años, acusado de estafar a un matrimonio de Girona 400.000 euros con diamantes de África.
–Claro, es que lo era y lo es– respondió el septuagenario frente al tribunal de la Sección Primera de la Audiencia de Palma.
–¿Y por qué a usted le salió mal?
–Porque me asaltaron, señora.

La Fiscalía reclama una condena de tres años y medio de cárcel para el hombre y que devuelva a la pareja el dinero que les estafó.

El acusado explicó que viajó a Sierra Leona en 2001 «a pescar langostas». Allí hizo contactos con el ministro de Justicia y este le pidió que intentara conseguir empresarios e inversores. «Es un país productor de diamantes de cierta importancia y fue entonces cuando iniciamos el comercio de compraventa». Al matrimonio se lo presentaron en Mataró y cerraron un acuerdo para comprar piedras preciosas en marzo de 2012. La operación se registró en una notaría de Alcúdia porque el prestamista que intervino es un promotor de Mallorca. Los perjudicados hipotecaron una casa de Girona y entregaron 400.000 euros al acusado.

–¿Por qué finalmente no se invirtió en los diamantes?– preguntó la representante del Ministerio Público.

–El dinero de estos señores y el mío se invirtió en la compra de diamantes. Cuando regresaba de Sierra Leona sufrí un asalto grave, parece una película pero no lo es.

–¿Le quitaron los diamantes?

–Dinero y diamantes.

–¿Tuvo que recibir algún tipo de asistencia médica?

–Y tanto. Fui a través de los bosques y quedé hecho una porquería. Íbamos cuatro personas. No lo podré demostrar nunca, pero entiendo que me vendieron. A estas dos personas las mataron allí. Ya sé que puede parece una película, pero les aseguro que no lo es. El cónsul de España en Sierra Leona vendrá como testigo.

–¿Cuánto dinero invirtió en diamantes ese día?

–Más de tres millones de dólares.

El acusado declaró que iba con una mochila «para disimular, es muy rústico». No tiene recibos porque los compró a los mineros y no ha podido aportar mucha documentación porque le robaron.

En 2014, según contó, cayó enfermo por un virus africano y cuando estaba en el hospital le «vaciaron» su casa, en Vilassar de Mar (Catalunya), y se llevaron su ordenador. «En la vida he intentado engañar a nadie y mi obsesión desde que pasó todo esto ha sido pagar al matrimonio».

Las víctimas explicaron que les dijo que el negocio era seguro y que no se tenían que preocupar. «Nosotros lo único que teníamos», relató la mujer entre sollozos, «era mi casa y fue lo que perdimos. Se suponía que era un hombre que ya estaba curtido en esto. Me encerré en mí misma y no hacía más que rezar, rezar y rezar».

El apunte

La fiscal: «El negocio con el que se engatusó a los perjudicados nunca existió»

La fiscal no dio credibilidad a la versión del acusado. «El negocio con el que se engatusó a los perjudicados nunca existió. Es una estafa piramidal que ha dado lugar a una realidad que justificase toda la actuación del encausado. No ha dado una explicación razonable de dónde fue a parar el dinero que le entregaron. La única explicación que se nos da es un asalto sufrido en Sierra Leona, que mataron a los testigos y un robo en su domicilio». La representante del Ministerio Público puso en duda la condición de cónsul honorífico de España en Sierra Leona de un testigo que corroboró el asalto sufrido por el enjuiciado. «No hay acreditación alguna de su condición de cónsul ni que estuviera en el lugar de los hechos. Lo único que es cierto es que se ha presentado como cónsul y no lo era». El abogado defensor del septuagenario reclamó su absolución alegando que en ningún momento actuó con ánimo de lucro. «Ocurrió una desgracia, pero no engañó a los querellantes», zanjó.