Imagen del juicio del caso Cursach. | Alejandro Sepúlveda

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El 'número dos' de la Patrulla Verde, Feliciano Franco, continúa la defensa de sus actuaciones. Las sesiones del juicio se han retomado con la declaración del oficial, acusado de coaccionar a varios locales con inspecciones. Franco ha justificado sus actuaciones en cada uno de los establecimientos ante irregularidades, quejas vecinales y denuncias ante el propio Ajuntament.

Así, por ejemplo, sobre uno de ellos, el Bruixeríes, en la Llotja de Palma, ha justificado que sólo intervino una vez porque había más de 200 personas en la calle bebiendo. Explicó que una vez allí se comprobó que no tenía licencia ni siquiera para abrir como bar: «Durante treinta años funcionó de manera clandestina».

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Buena parte del interrogatorio pasó por el local sa Trobada, uno de los que acusa a la Patrulla Verde de un acoso sistemático. Franco explicó que actuó solo en una ocasión, pero repasó el larguísimo historial de expedientes asociados con este establecimiento: «Se fue cerrando porque funcionaba como una discoteca y no tenía licencia ni podía tenerla, no porque se le tuviera manía». El oficial también negó que hubiera acudido a fiestas a otro bar, el 'Bésame Mucho'. También explicó los reiterados problemas que tuvo uno de los propietarios. Señaló que se dedicaba a «quemar locales», es decir, alquilarlos para montar after hours, algo prohibido: «Nunca pagaba las multas».

Todos los policías de la Patrulla Verde que han declarado hasta ahora han subido al estrado cargado de papeles y expedientes. Han detallado cada una de las inspecciones y las han justificado por denuncias previas. La tesis de la acusación es que eran actuaciones arbitrarias para coaccionar a determinados locales. A lo largo de la jornada de este martes seguirán declarando agentes de esta unidad, entre ellos uno de los que afronta una petición de cárcel más elevada, de nueve años y medio de cárcel.