El acusado, este lunes, en el juicio en la Sección Primera de la Audiencia de Palma. | Alejandro Sepúlveda

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¿Usted ha agredido sexualmente a sus dos hijas menores entre marzo de 2016 y junio de 2017?- ha preguntado la fiscal.
-Imposible- ha contestado el acusado, de 45 años y origen ecuatoriano, este lunes por la mañana en el juicio en la Audiencia de Palma.
-¿Por qué?
Porque son mis hijas y las adoro. Yo no soy un borracho ni un drogadicto... ni nada.

Un hombre ha negado haber agredido sexualmente a sus dos hijas menores, de 14 y 15 años, en un domicilio de Campos entre 2016 y 2017.
-Vicente, haga el favor de no apuntar con el dedo a nadie- ha interrumpido al enjuiciado el presidente del tribunal de la Sección Primera, Jaime Tártalo, mientras respondía a las preguntas de la representante del Ministerio Público.

La Fiscalía reclama una condena de 36 años de cárcel para el individuo y que indemnice a cada una de sus hijas con 30.000 euros por los daños morales causados y que se le prohíba acercarse o comunicarse con las víctimas durante 22 años. También pide que se le prive de la patria potestad y que sea sentenciado a otros 10 años de libertad vigilada tras la condena de prisión.

-¿Usted accedía por la ventana del dormitorio de sus hijas?
-Nunca, ni que fuera Superman.

El hombre atribuye la denuncia de sus dos hijas, entre otros motivos, a una posible venganza de su exmujer. «Según ella yo la dejé plantada en la iglesia vestida de blanco y le mandé pastillas para que abortara a una de mis hijas». La acusación pública sostiene que el hombre entraba en las habitaciones de cada una de sus hijas cuando estaban durmiendo y las violaba bajo amenazas de separarlas y enviarlas a un centro de acogida. En ocasiones también les realizaba tocamientos por encima de la ropa. Las perjudicadas, a raíz de estos hechos, han sufrido secuelas psicológicas.

Las niñas se fueron a vivir con sus tíos en junio de 2017. «No querían hacer absolutamente nada en casa porque su madre les dijo que no tenían que ayudar a mi mujer y decían que yo pasaba demasiado tiempo en el trabajo». El procesado ha explicado que sus hijas pedían cosas «todos los días». «Tenían 36 pares de zapatos, era excesivo», ha comentado. «El problema es que la madre era muy irresponsable, no ha trabajado nunca, yo he cubierto el cien por cien de los gastos desde el día que nacieron mis hijas. La mayor se enfermó cuando yo vine a Mallorca y la madre no la llevó a la escuela durante seis meses. La mayor se hizo rebelde con su madre y saltaba las paredes del colegio y se iba. Yo lo he pasado mal, mi hija cada vez estaba peor. Tuvo una relación con un hombre de 26 años cuando ella a duras penas tenía 12».

«La madre de una de mis hijas, cuando estaba embarazada de ella, me pidió que la hiciera abortar. Y yo le dije que si estaba preñada la tuviera y que si no la quería la criaría yo solo», ha contado. «Mi mujer, como era hija única, quería tener una docena de hijos. Quedó embarazada cuando yo me vine aquí a España». Una de las víctimas, que ahora tiene 21 años, ha relatado a través de videoconferencia que antes de que se produjeran las agresiones sexuales llamaba «papá» al acusado.

Ahora lo llama por su nombre, Vicente. «Me dijo que era un hombre que tenía que satisfacer sus necesidades y que si no era conmigo, era con mi hermana. Primero comenzó besándome y tocándome y después me violaba. Podría ser a diario, unas dos veces al día tal vez». La joven ha explicado que su padre le decía que si contaba «algo» de las violaciones las iba a separar y las enviaría a un orfanato. «Nos fuimos a vivir con mis tíos y no volvimos a tener contacto con mi padre». Las perjudicadas decidieron interponer la denuncia contra su padre antes de entrar en un centro de menores en 2018.