Cocaína y metanfetamina intervenida en una zona de ocio de Baleares. Las trabajadoras del sexo niegan que sea una petición común el consumo de drogas a través de la vagina y el ano. | Redacción Sucesos

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El consumo de tóxicos como la cocaína es sin duda una actividad de riesgo, que puede empeorar más todavía en asociación con otras prácticas. La prostitución, ese mundo lúgubre al que el PSOE pretende poner coto con una nueva ley a nivel estatal para abolirla, tiene mucho que ver con el consumo de estupefacientes, según queda claro estos días en las declaraciones de las testigos del juicio por la muerte de Marta Calvo en la Audiencia de Valencia. En sus palabras se repite recurrentemente el término «fiesta blanca», un concepto entorno al cual surgen algunas dudas.

En los sitios web que anuncian contactos sexuales abundan las trabajadoras del sexo que ofrecen a sus clientes la posibilidad de llevar a cabo una «fiesta blanca», esto es, el consumo de cocaína intercalado a lo largo del encuentro sexual. Habida cuenta del carácter euforizante y estimulante de esta sustancia estupefaciente, muchos adictos la incorporan a sus encuentros con prostitutas. Estas mujeres en ocasiones también son consumidoras habituales, aunque otras tantas en realidad simulan tomarla, o directamente declinan el consumo de esta droga con graves efectos sobre el sistema nervioso central.

En una de las primeras declaraciones del juicio por la muerte de Marta Calvo una de las testigos afirmó que «a nosotras nos enseñan a fingir que consumimos. Solemos tratar con hombres ebrios, drogados o fumados», que Jorge Ignacio Palma, el acusado de matar a Marta Calvo, se presentó a su cita con una «gran bola» de cocaína. En el transcurso del encuentro con esta mujer que trabajaba ofreciendo servicios sexuales ella constató que «me introdujo droga en las partes íntimas, la vagina y el ano». Este detalle es significativo, pues apunta claramente a la pretensión del acusado de anular las facultades y la capacidad de respuesta de la supuesta víctima para hacer con ella lo que se le antojara.

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El tribunal que juzga a Jorge Ignacio Palma ha pedido expresamente a las testigos explicar si esa práctica, la de colocar rocas de cocaína en los genitales, se aviene a lo que comunmente se entiende por «fiesta blanca», algo que las prostitutas han negado de plano. Una «fiesta blanca», según una de las víctimas del acusado «es un encuentro con consumo de cocaína» que no implica la introducción de esta droga en la vagina o el ano en ningún caso. De hecho, esta mujer insistió en que se trataba de una práctica que no ha realizado jamás, ni ella ni ninguna conocida del sector.

En este sentido, la sexóloga Nayara Malnero recuerda que hace un tiempo se puso relativamente «de moda» en determinados ambientes administrar alcohol en tampones a través de la vagina, algo que multiplicaba los efectos de la embriaguez a pesar de que se trata de una práctica extremadamente peligrosa. «La administración de distintas drogas mediante vía vaginal o rectal es habitual. ¿Por qué? Porque ambos están llenos de mucosas, y así es como se consigue que la sustancia vaya directamente a la sangre y hace efecto más rápido». «No es un mito, es una realidad, hay mucha gente que hace esto. No tiene que ver con lo erótico aunque podría asociarse el consumo de drogas con el hecho de convertirlo en una práctica sexual» destaca Malnero en uno de sus populares contenidos especializados alojados en YouTube.

En este sentido, en caso de que la justicia acredite que Jorge Ignacio Palma administraba a sus víctimas grandes cantidades de cocaína, entre ellas a través del ano y la vagina con la excusa de ejecutar una fiesta blanca, se trataría de un caso más cercano a la sumisión química para desactivar la voluntad de las personas con las que contactó y abusar de ellas a sus anchas, que no una práctica sexual como tal. Recordemos que varias de las víctimas del acusado de matar a Marta Calvo subrayan que de pronto empezaron a sentirse mal, con taquicardias y pérdidas del conocimiento. Al menos una de ellas, al meterse en la ducha, descubrió que el acusado le había metido pequeñas rocas de cocaína en la vagina.