Jorge Ignacio Palma en la Audiencia de Valencia. | Efe

TW
0

La víctima más joven de las que sobrevivieron a los encuentros sexuales con cocaína con Jorge Ignacio Palma, el acusado de matar a Marta Calvo, ha explicado ante el tribunal que éste se mostró muy insistente para que bebiese y consumiese cocaína, pero que nunca le vio beber el vino que le ofrecía a ella ni tampoco esnifar, sino que únicamente bebió agua. La tercera sesión del juicio se ha abierto con la declaración de una joven de 22 años que tenía 18 recién cumplidos en diciembre de 2018, cuando accedió a acompañar al acusado a la vivienda que éste tenía alquilada en l'Olleria (Valencia) para prestar servicios sexuales con «fiesta blanca», una peligrosa práctica sexual que aparentemente era usado por el acusado como pretexto para llevar a cabo sus intenciones.

En el transcurso de la declaración la joven se ha mostrado nerviosa y alterada, y el tribunal le ha facilitado el acompañamiento de una especialista de la Oficina de Atención a las Víctimas del Delito. Ha explicado que contactó con Palma a través de una web de servicios de prostitución y que tras un primer contacto por correo le dio su teléfono. «Me preguntó si podíamos tener una 'fiesta blanca', le dije que sí, pero que no como método de pago». Una «fiesta blanca», según ha declarado esta víctima, «es un encuentro con consumo de cocaína» que no implica la introducción de esta droga en los genitales en ningún caso.

De hecho, esta mujer ha insistido en que ésta es una práctica que no ha realizado jamás, ni ella ni ninguna conocida. «Quedamos en el centro de Valencia -alrededor de la 1 de la madrugada- y me dijo que íbamos a ir a un pueblo cerca de Xàtiva. Cuando íbamos por la Ciudad de las Artes paró y sacó una bolsa exageradamente grande de cocaína, como mis dos manos juntas. Puso dos rayas encima del móvil como mi dedo meñique cada una, yo le dije que no podía con todo eso, consumí la mitad de una y le ofrecí lo que quedaba, pero no se lo tomó».

Noticias relacionadas

«Ya en la casa me ofreció una bebida, un vino blanco de una botella ya abierta. Estaba muy amargo y no bebí mucho. Me siguió ofreciendo insistentemente cocaína. Todo el rato quería que bebiese y esnifase. Quería hacerlo sin preservativo, le dije que no. Me empecé a sentir mareada, a escuchar mal la música, le pedí que me dejase un momento tranquila», ha relatado. En ese momento, según ha explicado esta joven, Jorge Ignacio Palma se impregnó un dedo de cocaína, se lo metió a ella debajo de la lengua y trató de hacer lo mismo por la vagina. «Me dijo que era divertido, que era para pasarlo bien, que no pasaba nada, pero le dije que no». «Ya no estaba tan simpático conmigo, estaba serio, con una mirada fría. Yo accedí a tomarme la última raya porque estaba siendo muy pesado. Fui a la mesita de noche y no recuerdo nada más. Me desperté con él encima dándome bofetadas, me levantó y me llevó a la bañera, porque no podía caminar. Me duchó, me enjabonó y me secó antes de volver al cuarto».

Esta víctima ha explicado que el acusado le dijo inicialmente que había estado inconsciente unos 20 minutos, y que al preguntarle por qué no había llamado a la ambulancia le indicó que solo habían sido cinco. «Cuando estuve más despejada llamé a una amiga, me fui a una habitación a hablar con ella. Me di cuenta de que estuve tres o cuatro horas sin tocar el teléfono, y lo vi raro, porque estaba poniendo música», ha agregado. Finalmente llegó a la conclusión de que estuvo unas siete horas en la casa de l'Olleria. «Cobré al final, cuando salíamos de la casa, me pagó solo una hora, 100 euros, porque no era consciente del tiempo que había pasado. Cuando volvimos a Valencia me di cuenta de que me faltaban 100 euros del monedero», ha añadido esta joven, que dice que llevaba unos 1.000 euros en efectivo cuando acudió a la cita con Palma.

Esta joven ha explicado que contó parte de lo sucedido a sus padres y que fueron éstos, al ver en la televisión las informaciones sobre la desaparición de Marta Calvo, quienes le pusieron en alerta. Posteriormente ella buscó la imagen de Jorge Ignacio Palma en internet, buscó los correos electrónicos de su encuentro, se cercioró de que era la misma persona y acudió a la Guardia Civil a denunciarle. Posteriormente, ha declarado otra mujer con la que el procesado contactó el 10 de noviembre de 2019 -tres días después de la desaparición de Marta Calvo-, también para reclamar un servicio sexual con «fiesta blanca». «Le dije que sí, pero no concretamos ninguna cita», ha explicado esta mujer, que también ha aclarado, a preguntas de la fiscal, que no conoce a ninguna compañera que se haya introducido cocaína en los genitales en este tipo de encuentros, y que ella entiende por «fiesta blanca» un «acompañamiento de la persona que consume» en el que cada chica «decide» si esnifa o no.