La cruz al fondo y el altar manchado de sangre en la localidad de Owo. | Reuters

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Faltan manos y suministros médicos para tratar al medio centenar de personas que sobrevivieron al ataque del pasado domingo en una iglesia católica en la ciudad nigeriana de Owo. Otras 22 personas murieron y las autoridades buscan insistentemente a los asaltantes desconocidos que atacaron el templo de Saint Francis con armas automáticas y de largo alcance además de explosivos durante la tradicional misa para celebrar la festividad de Pentecostés, dejando una carnicería a su paso.

Las autoridades del país africano mantienen la cautela y no han dado información sobre la identidad o el motivo de los atacantes. La escena que descubrieron las primeras cámaras que accedieron al interior de la iglesia nigeriana fue dantesca, con una violencia inusitada. En el hospital algunos supervivientes y sus familiares dijeron que tenían que acudir a las farmacias privadas para conseguir suministros ya que en el hospital se estaban agotando, un problema común en los hospitales públicos de la región que casi siempre cuentan con fondos insuficientes. «Las muletas las compramos fuera, no las tienen aquí», declaró a Reuters Benjamin Asogwa, uno de los supervivientes del ataque. Mientras tanto se producen colectas espontáneas entre las personas del lugar para ayudar a quienes acaban de vivir un verdadero infierno.

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Según la Policía, se habían recuperado de la iglesia atacada explosivos sin detonar, y los casquillos evidencian la utilización de rifles de asalto AK-47. Mientras algunos de los atacantes se infiltraron entre los fieles y atacaron desde dentro, otros dispararon contra la iglesia desde diferentes direcciones. Fue una ratonera, una trampa mortal. El papa Francisco y el presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, estuvieron entre las personalidades que expresaron su horror por el ataque.

Owo se encuentra en el estado de Ondo, al suroeste de Nigeria, una región que no suele ser propensa a la violencia religiosa. Este es el hogar del grupo étnico yoruba, que se divide aproximadamente por igual entre cristianos y musulmanes que coexisten pacíficamente. Nigeria ha estado luchando durante más de una década para reprimir las insurgencias islamistas en el noreste que han matado a cientos de miles y desplazado a millones, pero no se tenía constancia hasta ahora de que los grupos insurgentes estén activos tan al sur. En las últimas horas algunos residentes y un obispo católico han sugerido que el ataque puede estar relacionado con un conflicto entre los pastores nómadas de la etnia fulani y los agricultores locales por el uso de la tierra. Las autoridades no comentado nada al respecto y no han salido a la luz pruebas que indique la motivación de esta brutal carnicería.