El acusado, José Ignacio Blesa, este lunes en el juicio con jurado en la Audiencia de Palma. | Alejandro Sepúlveda

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José Ignacio Blesa, que lleva una mascarilla con el escudo del Fútbol Club Barcelona, ha mirado impasible a las cámaras antes del juicio con jurado que ha empezado este lunes por la mañana en la Audiencia de Palma. Mientras ha escuchado la lectura del escrito de acusación del fiscal tampoco se ha inmutado mucho. El acusado de matar de una paliza a su mujer en Son Cotoner ha explicado que el 13 de julio de 2020 la víctima sacó un cuchillo y le dio una patada «sin intención de matarla».

José Ignacio, que sólo ha contestado a las preguntas de su abogado, ha relatado sin apenas vocalizar que aquel día su mujer, Lillemor Christina Sundberg, sueca de 52 años, le agredió con una silla. A continuación, se dirigió a la cocina y sacó un cuchillo, por lo que discutieron. «Yo le di una patada cuando me sacó el cuchillo, pero sin la intención de matarla». La presidenta del tribunal ha pedido al hombre que se retire la mascarilla y le ha insistido en que vocalice. «Nos cuesta entenderlo cuando habla».

Un testigo que conoció al acusado en Proyecto Hombre hace aproximadamente 15 años ha contado que le acogió en su domicilio durante unos días porque le daba lástima. «Yo voy a decir la verdad y si cae, cae. Me ha escrito cuatro cartas desde prisión que han acabado en la basura». El fiscal le ha preguntado por su relación con el agresor. «Yo le dije al acusado que le iba a echar de casa porque me robó unas gafas de sol, una cuchara de plata y una colección de sellos de los años 40 que era de mi padre».

El compañero de piso del hombre ha añadido que un día antes del crimen, el procesado «dio un puñetazo en el ojo a su mujer y yo le dije que al día siguiente iríamos a la policía a denunciar». El hombre ha recordado que la víctima riñó al encausado por haber tomado drogas y por robar a su amigo. El día de los hechos, «José Ignacio le dio entre cinco y diez puñetazos en la cara con todas sus fuerzas». El testigo ha asegurado que Christina no cogió ningún cuchillo, tal y como ha dicho el presunto asesino minutos antes, ni le agredió con una silla.

-¿Qué pasó en la cocina?-, ha preguntado el fiscal Jaime Guasp.

-Ella cayó hacia el acusado y él aprovechó para darle una patada directa en la cara. La mujer salió despedida dos metros y se golpeó contra el suelo con la parte trasera de la cabeza.

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El testigo ha cogido su boina y ha reproducido al jurado cómo el agresor pateó el rostro a su mujer. «Christina dijo: 'No me quiero morir aquí, no me dejes aquí'. Y José contestó: 'Ojalá te mueras' y salió».

-¿Está seguro?-, ha preguntado el fiscal.

-Segurísimo.

La Fiscalía reclama una condena de 26 años de cárcel por un delito de asesinato y otro de malos tratos. El Ministerio Público tiene en cuenta las circunstancias agravantes de reincidencia, de género y mixta de parentesco. El abogado de la defensa del agresor solicita la absolución.

José Ignacio, según la versión de la acusación pública, residía de forma temporal con la víctima en la vivienda de este amigo común situada en la calle Joan Muntaner Bujosa. Alrededor de las 10.00 horas, José Ignacio mantuvo una fuerte discusión con Lillemor porque él le había cogido el teléfono móvil sin su consentimiento y 50 euros la noche anterior. La pareja estaba en el salón comedor de la casa cuando el hombre le propinó un golpe con la mano abierta en la cara a la mujer que provocó que cayera de la silla. El acusado, a continuación, siguió dando puñetazos a la víctima, que permanecía en el suelo.

Lillemor estuvo cerca de 20 minutos tumbada y, en un momento dado, el agresor le pisó el lateral de la cara. La víctima se incorporó aturdida y a duras penas consiguió llegar a la cocina. Una vez allí, se agachó y el acusado, de forma repentina y sin que la mujer pudiera defenderse, le dio una fuerte patada en el rostro. La mujer cayó al suelo y se golpeó la parte posterior de la cabeza. En esa posición, solicitó al agresor que llamara a una ambulancia.

–Por favor, llama a una ambulancia que no quiero morir aquí.
El acusado le respondió «ojalá te mueras» y abandonó el domicilio.