Carlo Heuvelman murió el 14 de julio de 2021. | Alejandro Sepúlveda

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Los nueve jóvenes holandeses arrestados por su presunta implicación en el crimen de un compatriota en la Playa de Palma el 14 de julio del pasado año ya están en libertad. Al menos hasta que se celebre el juicio por estos hechos, previsto para el próximo mes de octubre. En la jornada de ayer, el tribunal de Lelystad solicitó la excarcelación de Sanil B., de 20 años, el único de los sospechosos que permanecía entre rejas. No obstante se le considera, junto a otros dos arrestados, uno de los principales implicados en la muerte violenta de Carlo Heuvelman.

Según recogen distintos medios neerlandeses, la familia del fallecido no pudo ocultar su decepción al conocer la noticia de la puesta en libertad del único imputado que seguía en prisión. «Al final parece que se les recompensa a todos por guardar silencio de lo que ocurrió», declaró el abogado de la acusación particular a la salida de la audiencia celebrada en la jornada de ayer. Los miembros del tribunal que decidieron la libertad de Sanil B. admitieron que la decisión «es difícil de entender, sobre todo para la familia». Los magistrados tuvieron en cuenta la ausencia de antecedentes, su corta edad y el tiempo que ya lleva en prisión. Por todo ello consideraron que puede esperar el juicio en libertad. Asimismo se le advirtió que no puede tener contacto con los otros ocho jóvenes investigados por el crimen de Carlo Heuvelman.

A Sanil le encontraron ADN de la víctima en uno de sus zapatos, lo que le implicaría directamente en los golpes que recibió el turista en la cabeza cuando cayó al suelo. El ahora excarcelado ha reconocido siempre que esa misma noche en la zona del Balneario 1 de la Platja de Palma agredió a gente «pero no al chico que murió».

En la anterior vista que investiga lo sucedido, celebrada en enero, salió a la luz una conversación que tuvo el joven en la cárcel con policías que se hicieron pasar por presos y se ganaron su confianza. En ella Sanil les habría confesado que pateó en el cráneo al fallecido. La defensa del acusado intentó en su día desacreditar dichas declaraciones de su cliente y denunció que le tendieron una trampa «tras un duro interrogatorio».