Un grupo de los bomberos de Mallorca durante las prácticas que han realizado este lunes en los acantilados del Port de Sóller. | ALEX SEPULVEDA

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«Me he precipitado de cuatro metros de altura. Me duele la cadera, el pecho y una pierna».
Un bombero simula una caída en los acantilados del Port de Sóller y le comenta a sus compañeros sus dolencias. Está tumbado en una camilla y no se podía mover. Lo primero que hacen los equipos de rescate ante situaciones como estas es valorar si el herido está consciente o no. A continuación le inmovilizan el cuello con un collarín. También comprueban que la respiración sea simétrica y que tenga una buena coloración de piel. Le abren la chaqueta y le palpan. Puede que tenga fracturas.

El Grupo de Rescate de Montaña de los bomberos de Mallorca y el Servicio de Atención Médica Urgente (Samu 061) realizaron este domingo una jornada de formación conjunta que consistió en cuatro talleres. El conseller d’Hisenda i Funció Pública, Josep Lluís Colom, declaró que estas prácticas servirán para «perfeccionar las técnicas de rescate». Se trata de una de las ocho maniobras formativas que hace el grupo cada año y tiene como objetivo promover y potenciar el trabajo en equipo de forma coordinada. «Es un grupo que está muy bien preparado y estas prácticas ponen de manifiesto el buen nivel que hay».

En los tres primeros meses del año 2022 se han llevado a cabo un total de 50 rescates en montaña, según ha informado este lunes por la mañana el Director Insular de Emergencias, Pere Orfila. «Es uno de los grupos más activos a nivel nacional por número de incidentes», ha apuntado. El Grupo de Rescate de Montaña está formado por cuarenta efectivos repartidos entre el parque de Sóller, donde hay ocho cabos y 16 bomberos, y el parque de Inca, que dispone de 16 integrantes.

El jefe de bomberos de Mallorca, Pere Ladaria, recomienda que los excursionistas planifiquen bien las rutas que van a realizar y se informen sobre las condiciones meteorológicas antes de iniciarlas. Hugo Mates, sargento de los bomberos, explica que los talleres formativos plantean distintas situaciones. En una de ellas, por ejemplo, recrean una caída de un ciclista o un pescador por un acantilado y han tenido que rescatarlo en camilla, izando cuerdas, apoyándose en un vehículo y un bípode.