Manuel Murillo (i), el hombre acusado de organizar la 'operación Valkiria' en España para terminar con la vida del presidente del Gobierno, acude a declarar a la Audiencia Nacional, a 15 de marzo de 2022, en Madrid (España). | Europa Press

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Manuel Murillo, el hombre acusado de conspirar para terminar con la vida del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha sostenido este martes ante el tribunal que los mensajes amenazantes por los que está siendo juzgado fueron «de broma» y para «ver quién la decía más gorda», asegurando que no «tenía ninguna intención real» de ejecutar sus amenazas porque es «un sentimental» y no «un asesino». «Eran cosas que salían en las noticias y me preocupaba de que España fuera mal. Al beber me venían estas ensoñaciones como siendo patriótico. Todo esto es de matar a gente y yo no mato a nadie», ha señalado Murillo en la primera sesión del juicio que se sigue en la Audiencia Nacional y por el que se enfrenta a una pena de hasta 18 años y seis meses de prisión.

La vista oral se ha centrado eminentemente en el análisis de los mensajes que compartió en 'Terrassa por España', un grupo de Whatsapp que reunía a un número indeterminado de personas afines a ideología política nacionalista y conservadora a las que, en su mayoría, no conocía personalmente. Murillo, que fue detenido en septiembre de 2018, dice que se sorprendió cuando los agentes le leyeron en el calabozo los mensajes que había escrito. «Pienso que son disparates muy grandes, porque yo no soy ni militar, ni francotirador, ni mercenario ni bueno tirando», ha añadido. El acusado, en contra de lo que presumía a través de WhatsApp, ha afirmado que «lo máximo que ha tirado» es a 50 metros de distancias en las galerías de tiro a las que acudía. «Yo no voy ni a cazar ni he tirado en distancia larga», ha sostenido.

El Trankimazin provoca «una reacción que puedes alucinar»

Y, en relación a los mensajes en los que incitaba a asesinar al jefe del Ejecutivo, Murillo se ha justificado apuntando que «en aquella época estaba saturado, muy cansado del trabajo» y pasó «bastante tiempo» comiendo y bebiendo «a menudo», puesto que esa era «la única manera de disfrutar de la vida». «Al Sánchez hay que ir a cazarlo como un cuerno (ciervo) y poner la cabeza en la chimenea. Tantos cazadores en España y ninguno tiene cojones. Solo matan pobres animalitos que no rompen España, a este si que hay que cazarlo», escribió en un mensaje. El acusado, sin embargo, ha justificado este tipo de «animaladas» a que estaba «bebido» o bajo los efectos del trankimazin. «Que dicen que hace una reacción que puedes alucinar», ha aseverado. Murillo, que ha insistido en que ese tipo de amenazas son propias de «un loco», ha dejado claro que a sus 65 años no ha cometido delitos ni faltas. «Eso demuestra algo. Nunca he sido un hombre de hacer daño a alguien. Si lo dije fue porque ensoñé, porque me pongo las manos en la cabeza de ver los disparates que he dicho», ha continuado.

Se acabó sintiendo «como un Rambo»

En el turno de preguntas, el fiscal le ha abordado por el supuesto plan que habría fraguado para acabar con Sánchez. Murillo asegura que mezcló en su cabeza «las películas de la primera Guerra Mundial» y acabó sintiéndose «como Rambo», un «héroe» que pretendía «evitar una guerra y que no se matara la gente». Sin embargo, ha descartado que su fijación fuese únicamente con el presidente del Gobierno, recordando que en otros mensajes dirige su rabia hacia los yihadistas. «Yo decía disparates solo a los que veía que podían hacer un perjuicio a España pero sin intención de hacerlo real», ha incidido. En esta línea, Murillo ha repetido continuadamente que «aunque tuviera ganas no» se le pasaría por la cabeza matara a nadie porque «no podría» cargar con ello «en la conciencia». «He pintado todo lo contrario a lo que soy. Todo fueron cosas de crío, chiquilladas que nunca pensé que llegarían a ser cosas tan gordas», ha asegurado. Así las cosas, el representante del Ministerio Público ha puesto en duda que el acusado fuese capaz de escribir sin faltas de ortografía estando borracho, como argumentaba. «También conduje muy bien», le ha replicado Murillo, que ha continuado con su versión.

«Como los poetas ingleses que se emborrachaban»

«Cada vez bebía más, alguna vez había bebido hasta dos o tres vasos de tubos de orujo, cubalibres. Era como los poetas ingleses que se emborrachaban para hacer obras», ha afirmado, señalando también que consumió grandes cantidades de vino y de cerveza. El fiscal también ha puesto el foco en la gran cantidad de munición que fue localizada en su domicilio. Según Murillo, si le «encontraron bastantes» balas fue porque se pasó el mes de agosto «fabricando» las mismas para «cuando viniera septiembre y octubre», meses en los que volvería a la galería de tiro. La sesión celebrada este martes también ha servido para escuchar la versión de la testigo gracias a la cual se desvelaron los mensajes de Murillo. Todo ello después de que el acusado se dirigiese hacia ella personalmente y le explicitase alguno de sus planes e intenciones. «Como no conozco a la persona no se su carácter, si me lo estaba diciendo en broma o en qué sentido. Al ver lo que me estaba proponiendo lo que hice fue consultar con un abogado, un mosso y un guardia civil. Yo seguí los pasos que ellos me indicaron», ha explicado. «Estaría más tranquilo sin meterme en nada. Pero ha llegado un punto que no se puede consentir más», le escribió el acusado, que aseguró que lo que pretendía era «sacar toda la mierda que con la democracia» se había «acumulado en España».