Antonia, de 83 años, ha sido víctima de numerosos robos de dinero, ropa y joyas en su propia habitación. | R.D.

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«A mi madre, que es totalmente dependiente y tiene 83 años, le han robado hasta en ocho ocasiones en la residencia. Todo ello lo hemos denunciado en la Policía Nacional y de hecho, se consiguió ‘cazar’ a una empleada ladrona que ya fue juzgada, condenada y expulsada del centro. Pero los robos siguen». Así comienza el relato de Francisco, hijo de una interna en una residencia de mayores de Palma.

No se trata de una denuncia puntual, la asociación el Defensor del Paciente remitió hace unos días una carta al Fiscal Superior en Balears, Bartomeu Barceló, al que pide que investigue si existe desatención hacia los usuarios de esta residencia, tras recibir la denuncia de la hija de un residente fallecido en diciembre. «Actualmente estamos pagando casi 3.000 euros al mes. Hemos tenido que vender una vivienda para poder hacer frente a los gastos y lo único que pedimos es que se traten a los internos con dignidad. El personal tiene constancia que después de cenar deben acostar a mi madre en la cama y ella así se queda tranquila. Si la ponen en una silla de ruedas y la dejan sola se altera. Aún así, la dejaron provocando un ataque y una caída por la que tuvo que estar hospitalizada», comenta uno de los hijos. Según la denuncia interpuesta en sede policial, a la anciana le quitaron las joyas y las guardaron en custodia en una caja fuerte. Al regresar al centro, estaba toda la bisutería, pero ni rastro de un colgante de oro y esmeraldas. «Son personas muy vulnerables y hay cuidadoras que deberían ser más empáticas con la confusión mental de quien no tiene herramientas intelectuales para defenderse. Afortunadamente, no todo el personal es así. Hay grandes profesionales vocacionales que merecen nuestro respeto.

Pero resulta que en algo más de dos años ya hemos conocido a cuatro directores. La gestión es pésima. La pandemia fue muy dura para todos, pero cuando nosotros ya podíamos salir de terrazas, a los internos los tenían encerrados 24 horas en las habitaciones sin recibir visitas. De hecho, a mi madre por una discusión con nosotros, la peluquera la tuvo seis meses sin ofrecerle el servicio durante el confinamiento. Ahora, la tenemos que sacar fuera porque con el beneplácito de la dirección sigue sin querer atenderla», añade Francisco.

El apunte

Hija de un interno: «La muerte de mi padre se podría haber evitado»

La presidenta del Defensor del Paciente, Carmen Flores, contactó con el fiscal Barceló tras recibir la denuncia de la familiar de un anciano y considera «necesario» que se investigue si se produjo un presunto delito contra los usuarios, «indefensos» por su situación clínica. La hija de un interno fallecido del centro Fontsana afirma: «Creo que es una muerte que se podía haber evitado». En el escrito relata diversas incidencia sufridas desde que su padre fue ingresado en la planta COVID de un hospital en febrero de 2021, falta de información acerca de su estado de salud y falta de atención ante quejas de dolor por parte del anciano. En la carta asegura además que «todos los residentes tenían hematomas, golpes y negrones».