La patrulla mixta en el Port de Sóller, controlando que no haya carteristas entre los turistas que visitan aquel enclave mallorquín. | Alejandro Sepúlveda

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Unos turistas franceses se acercan a la patrulla policial y les consultan una duda sobre Sóller, este viernes pasado. Les atiende una chica con boina ligeramente ladeada y chaleco antibalas. Cuando los veraneantes se despiden de ella, la miran sorprendidos: «Pero qué bien habla usted francés, es increíble». La agente sonríe: «Es que soy francesa». La gendarme en cuestión se llama Emma y para los guardias civiles tiene «un ligero acento cordobés», debido a sus lazos familiares. Forma parte de las patrullas mixtas internacionales que llegan a Mallorca cada verano, y que colaboran con la Benemérita en determinadas zonas turísticas. En Artà y Santa Margalida, por ejemplo, se despliega la Polizei alemana y en Eivissa y Formentera los carabineros italianos.

En Sóller, por su tradicional relación con el país vecino, los policías europeos que llegan son franceses. Un agente por mes, durante toda la temporada estival. Los italianos, por un tema de convenios, no pueden llevar armas en Mallorca. La Gendarmería y la Polizei, en cambio, sí.

PALMA.

Gran acogida

Un equipo de Ultima Hora siguió a una de las patrullas mixtas por Sóller y el Port, y comprobó que los vecinos y veraneantes han reaccionado muy positivamente a esta iniciativa. Muchos hablan ese idioma y cuando ven a una policía de su país patrullando reaccionan con cierta sorpresa: «Los turistas se giran cuando ven pasar a su compatriota de uniforme y algunos, por pudor, no se atreven a preguntar qué hace en Sóller. Pero la acogida ha sido muy buena», cuenta el sargento Miguel Vaquer, comandante del puesto de Sóller. Según el mando, el material policial de la Gendarmería es muy similar al de la Benemérita y la formación, también. Uno de los requisitos es que los agentes franceses que llegan a las patrullas mixtas hablen castellano. Desde 2015 este tipo de equipos policiales internacionales se despliega en Sóller cada verano, con excepción del año pasado, en el que la pandemia lo paró todo.

PALMA.

Le piden fotos

Siempre acompañada de un guardia civil, la gendarme recorre el carrer de sa Lluna, bajo una cúpula de paraguas, y la plaza de la Constitució, junto a la iglesia de Sant Bartomeu. Cuando el mítico tranvía pasa junto a ellos, algunos turistas de su país le piden una fotografía de recuerdo, entre sorprendidos y orgullosos. Y se despiden en su idioma: «Au revoir».