Imagen de archivo de policías en Son Sant Joan. La Policía Nacional controló estrechamente el aeropuerto de Palma, pero los implicados adelantaron su regreso y ocho huyeron. | M. À. Cañellas

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El joven holandés de 27 años al que golpearon salvajemente en la cabeza cuando estaba en el suelo continúa en la UCI de Son Espases, en estado crítico. Tiene un hematoma en el cerebro que preocupa sobremanera a los facultativos y se encuentra entre la vida y la muerte.

Las próximas horas son claves. Sus padres han llegado a Mallorca y están todo el día en el centro hospitalario, destrozados.

El Grupo de Homicidios ha confirmado que la víctima y sus cuatro amigos, todos ellos golpeados, no conocían de nada a los trece compatriotas que se acercaron a ellos en la madrugada del miércoles, entre los Balnearios 1 y 2. Fingían alegrarse de encontrar compatriotas en Mallorca y después, de repente, empleaban una violencia extrema contra ellos.

La agresión

Eran trece. Y querían divertirse sádicamente. Un grupo de turistas holandeses de entre 18 y 20 años alquilaron una villa de lujo en Llucmajor y el miércoles de madrugada decidieron sembrar el pánico en la Platja de Palma, atacando a diestro y siniestro sin motivo a otros veraneantes. A un compatriota de 27 años casi lo matan. Ahora, la Policía Nacional ha detenido a un implicado y ha identificado a ocho más, que han conseguido huir a su país.

Tal y como adelantó ayer en primicia Ultima Hora en su edición digital, el Grupo de Homicidios ha reconstruido los hechos tras una brillante y frenética investigación. A las 2.20 horas del miércoles, la pandilla protagonizó un violento incidente en una conocida discoteca de la Platja de Palma, de donde fueron expulsados.

Enfurecidos

Habían salido solo con un objetivo: buscar broncas y aprovechar su superioridad numérica. Ya en la calle, enfurecidos, buscaron nuevas víctimas. Atacaron a varios grupos y en el Balneario 1 se cebaron con cinco compatriotas, que hablaban tranquilamente junto a la arena. A uno lo dejaron inconsciente a golpes, a tres los apalearon y al quinto le patearon la cabeza cuando ya estaba en el suelo. Quedó en estado crítico, al borde de la muerte.

Lo que no sabía el grupo es que una cámara grabó la secuencia. A partir de ahí, los investigadores buscaron en todos los hoteles de la zona. Pero no se halló ni rastro de ellos. Finalmente, saltó la pista definitiva: se alojaban en una villa de lujo de s’Arenal. Las imágenes confirmaron que de los trece nueve habían participado en las cobardes agresiones, por lo que la búsqueda se centró en ellos. Sin embargo, los holandeses sabían que estaban siendo buscados y ocho de ellos adelantaron su regreso a su país un día y corrieron al aeropuerto de Palma, donde cogieron el primer vuelo. La policía no los interceptó por muy poco. En cambio, sí que cayó su amigo que se había quedado en Llucmajor para devolver la llave al dueño del chalet y llegó más tarde a Son Sant Joan. Es, de momento, el único detenido. Con todo, ahora la Jefatura de Palma contactará con la Policía holandesa y pedirá la detención de los fugados, que ya están identificados. Lo que ha llamado más la atención a los investigadores es que el grupo llegó a Mallorca con una sola intención: «hacer daño». De manera gratuita y sin mediar palabra. Una pandilla siniestra.