Los dos mandos del Seprona. | Alejandro Sepúlveda

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Es una unidad altamente especializada. El pasado día 28, tras semanas de exhaustivo análisis, el Seprona asaltó el vertedero ilegal de Son Güells, en Palma, que llevaba años actuando impunemente. Ultima Hora ha entrevistado al jefe del Servicio de Protección de la Naturaleza y al segundo mando para conocer los detalles del operativo que esconde una inquietante realidad: «Con la crisis económica, los vertidos ilegales se disparan».

Los vecinos de la finca okupada de Son Fornari, donde se asienta la escombrera clandestina, llevaban años denunciando la situación. Sin embargo, la actuación policial no era sencilla porque requería confirmar que había un delito medio ambiental, y no solo una infracción administrativa.

«Este tipo de investigaciones llevan su tiempo. Hay que buscar a los responsables y a la propiedad, aunque en muchos casos son insolventes. En 2017 ya alertamos al ayuntamiento de lo qué estaba pasando y a finales de 2020 Cort nos pidió colaboración», resume el teniente Pedro García, de 42 años, máximo responsable del Seprona en Baleares. Los investigadores constataron que en aquella finca se acumulaban residuos de construcción y de demolición, así como electrodomésticos, coches o barcos abandonados. Incluso que «el clan que dirigía el vertedero hacía desguace de vehículos y reparaciones. Cambiaban hasta el aceite de los coches», apunta el oficial.

Vista aérea del vertedero ilegal de Son Güells, muy cerca del Estadio Balear, en Palma.

El asalto a Son Güell se fijó al amanecer y participaron 25 agentes: «Los acusados estaban bastante tranquilos, ya están acostumbrados a ciertas situaciones y descargar las culpas en otros o poner excusas», recuerda el sargento Pedro Mora, de 46 años, jefe de una de las unidades del Seprona.

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Más de 100 toneladas

El Seprona había vigilado secretamente el asentamiento y sabía lo que se iba a encontrar, pero una vez dentro de Son Fornari, los agentes quedaron sorprendidos por la montaña de escombros. Una pirámide de basura. Con una particularidad curiosa: los delincuentes habían trazado un circuito en forma de ‘u’ por el que podían entrar los camiones y furgonetas a descargar ilegalmente el material, sin ser vistos desde la calle. «Eran como unas trincheras de guerra, de más de tres metros de altura y cinco o seis de ancho», explica Pedro García.

En total, y según una estimación inicial, en el vertedero había más de 100 toneladas de metal, ladrillos, madera, electrodomésticos y muebles. El negocio era redondo: «Por ejemplo, tratar en un gestor autorizado una tonelada de televisores vale 756 euros. Y una tonelada de electrodomésticos 557 euros. Sin embargo, la banda que controlaba Son Güells lo hacía por 50 euros», cuentan los investigadores. Curiosamente, entre tanta basura, los agentes no se toparon con oleadas de ratas, como intuían. La explicación es que los residuos no eran orgánicos. La operación fue un éxito y se detuvieron a los seis miembros del clan gitano que se habían enriquecido aceptando escombros sin control, en una finca que ni siquiera era suya porque la habían okupado.

Sin embargo, tal y como remarcan Pedro García y Pedro Mora, no ha finalizado: «Ahora viene una parte crucial, que es el resultado de la analítica del suelo y del agua, para saber el grado de afectación». Dependiendo de lo contaminado que esté ese paraje colindante con el polideportivo de Germans Escalas, las acusaciones por delito ambiental podrán ser más o menos graves. En cualquier caso, el Seprona no actuó solo en esta histórica operación, que ha marcado un antes y un después en la lucha contra los delitos medioambientales en Mallorca. Emaya, la conselleria de Agricultura y el Instituto Geológico y Minero Español apoyaron el dispositivo.

«Estamos muy atentos a cualquier denuncia porque como ya ha ocurrido en otras ocasiones, las crisis económicas provocan más vertidos ilegales, para no pagar las tasas», anuncia el teniente. Un aviso a navegantes.