La Guardia Civil lleva a cabo este viernes un registro en la vivienda y una finca en Candelaria (Tenerife) de Tomás Antonio G.C., desaparecido este martes al igual que sus dos hijas, de uno y seis años, a cuya madre envió un aviso de que no volvería a verlas ni a él. | EFE / Miguel Barreto

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La Guardia Civil mantiene activo un amplio dispositivo de búsqueda de un padre y sus dos hijas, Olivia, de seis años, y Anna, de uno, desaparecidos este martes en Tenerife.

Una isla en vilo, pendiente de cualquier avance que arroje la investigación en marcha, a la que en breve se sumará el cuerpo especializado en los casos más complicados, que ya intervino en otros de amplia repercusión mediática como el de Diana Quer, Gabriel Cruz o Asunta Basterra.

Agentes de la unidad central operativa (UCO) reforzarán las pesquisas dirigidas por la policía judicial de la comandancia de Santa Cruz de Tenerife y que hasta ahora han permitido el hallazgo de restos de sangre en el barco de Tomás Antonio G.C., en el cual fue visto por última vez antes de desaparecer sin que estuviera acompañado en ese momento por sus hijas.

Además, los efectivos desplegados en la zona donde fue localizada la embarcación, a la deriva y sin ocupantes a bordo, frente al Puertito de Güímar, recuperaron una silla de retención infantil para vehículos que estaba flotando en el mar y que se ha comprobado que era de una de las niñas desaparecidas.

En el marco de la investigación, en la que hay abiertas varias vías y no se descarta ninguna hipótesis, según recalcan las fuentes consultadas, se han practicado registros en la casa y una finca del padre en el municipio de Candelaria.

Asimismo, el juzgado de primera instancia e instrucción número 3 de Güímar, cuyas diligencias, declaradas secretas, las circunscribe en la presunta comisión de un delito de secuestro, ha emitido un requerimiento a varios bancos para que comprueben si Tomás Antonio G.C. ordenó algún movimiento antes de desaparecer.

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Desde la noticia de la desaparición de padre e hijas el martes son varias las piezas que la Guardia Civil ha conseguido ir colocando en el puzle de la reconstrucción de los hechos.

Por el momento, lo que ha trascendido de las pesquisas es que la madre dio la voz de alarma tras recibir la llamada de su expareja avisándola de que no volvería a ver a las niñas ni a él, después de que no las devolviera a la hora acordada, a las 21.00 horas del martes.

También, que en la medianoche del martes al miércoles, el hombre, según registraron las cámaras de la Marina de Santa Cruz, zarpó solo en su barco, que fue hallado horas más tarde sin ocupantes y a la deriva. Además, un vigilante vio cómo sacó de su vehículo y cargó en la embarcación bolsos, maletas y bolsas de ropa. Tuvo que hacer tres viajes.

Antes de que se le perdiera el rastro definitivamente, regresó a tierra después de una incursión en el mar de una hora y media aproximadamente, y fue con su vehículo a una gasolinera a comprar un cargador de móvil. De vuelta al puerto, lo cargó en la garita del vigilante de la Marina y zarpó de nuevo, esta vez la definitiva.

También ha trascendido que la mujer ya se había quejado en diciembre ante la Guardia Civil de que su expareja la había amenazado verbalmente, pero no quiso presentar denuncia.

No obstante, los agentes hicieron un seguimiento de oficio y, en marzo, volvieron a preguntarle. La mujer dijo entonces que el episodio de las amenazas de diciembre no se había repetido.

Si este jueves fue la ministra de Igualdad, Irene Montero, quien lanzó un mensaje de preocupación y cariño, este viernes ha hecho lo propio la consejera del área en el Gobierno de Canarias, Noemí Santana, quien a través de las redes sociales transmite en nombre del Ejecutivo «todo el apoyo» a la madre y a la familia. «Estamos en vilo siguiendo cualquier novedad al respecto», indica Santana en Twitter, un resumen del sentimiento de la sociedad tinerfeña y canaria.