Uno de los acusados, custodiado por un policía. | Guillermo Esteban

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El 5 de noviembre de 2020, un joven entró en una casa de Marratxí y robó un berbiquí. La propietaria de la vivienda le sorprendió y le preguntó qué hacía allí. El ladrón le dijo que se le había colado una pelota y se marchó. Fuera del domicilio le esperaba su presunto cómplice, que ayer en el juicio negó su participación.

«Yo no quería tener nada que ver con el robo porque ya he estado en prisión y es un infierno para mí. Me estoy comiendo algo que no he hecho», explicó el sospechoso, un hombre de origen polaco que se encuentra en prisión preventiva desde entonces. «Yo estaba apartado, fumando un cigarro. Salí de la prisión y le dije a Carlos que dejara la delincuencia. Vi que había una bici de competición, muy cara, de cuatro o cinco mil euros y le dije que a dejara».

La Guardia Civil del Pont d'Inca detuvo el día 6 por la mañana a los dos jóvenes. Iban vestidos con ropa negra preparados, supuestamente, para el siguiente golpe. Uno de ellos, de nacionalidad española, quedó en libertad y el otro ingresó en la cárcel.

Al segundo le acusan de agredir a la propietaria de un chalet de Marratxí en el que intentó robar. La víctima lo reconoció en una fotografía que le enseñó la Guardia Civil. El procesado aseguró que nunca estuvo allí. «Estuve muy tranquilo por Palma bebiendo cerveza con Carlos. Quiero que venga la señora y me vea la cara ya».

La perjudicada declaró en el juicio separada del sospechoso por un biombo. La mujer relató que sorprendió al ladrón y que lo tuvo muy cerca. «Intenté que no huyera pero iniciamos un forcejeo y me caí sobre un tronco mal talado. Me habló en un español muy correcto, pero se notaba que no era de aquí».