El imputado, el día del juicio, en una sala de lo Penal de Palma.

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El hombre juzgado días atrás en Palma por instalar una cámara espía en el piso de la calle Ramón y Cajal que compartía con su hermana y su cuñado ya conoce su castigo. El imputado, de nacionalidad cubana, ha sido condenado a un año de prisión, una multa de 1.440 euros y al pago de 2.000 euros por los daños morales ocasionados a la pareja de su hermana.

Durante la vista, celebrada en una sala de lo Penal de Vía Alemania, el procesado, asistido por el abogado Tomás Amer, negó ante la jueza haber sacado ningún tipo de provecho de lo registrado. «La instalé porque mi cuñado no se porta bien con mi hermana», y añadió que no grababa audio ni vídeo, sólo tenía un sensor de movimiento que le avisaba si alguien se acercaba a su habitación.

«Ilógico y sin sentido»

La sentencia recoge que «es totalmente ilógico y carente de sentido que se ponga una cámara espía para no grabar nada». Asimismo se señala en el fallo que el acusado abandonó la vivienda en el mes de abril de 2020 y dejó el dispositivo funcionando, que fue descubierto casi un mes después.

El cuñado del procesado comentó en el juicio que, gracias a la cámara que escondió en el cajetín telefónico, sabía lo que hablaban en casa él y su pareja, la hermana del imputado. «Me denunció por maltrato y lo que relató sólo lo podía saber si escuchaba nuestras conversaciones», subrayó. Esa denuncia quedó archivada por falta de pruebas.

La representante del ministerio fiscal, tras escuchar a las partes durante la vista, solicitó dos años y medio de prisión para el imputado y una multa de 5.400 euros.