La Guardia Civil trasladando al asesino confeso. | Alejandro Sepúlveda

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Las discusiones entre la víctima y el presunto asesino de Inca eran continuas. Juan Carlos Ribera Romero, de 58 años, y su tío Jorge García Valiño, de 78, discutían de forma habitual. Sus ideologías políticas eran diametralmente opuestas y en su día a día chocaban continuamente por este tema.

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El martes, a las diez de la mañana, tuvieron su última pelea. El hombre que le cuidaba intentó hacerle callar y le asfixió en la casa de alquiler que ambos compartían en la calle Jardín número 10 de Inca. Luego, empezó a deambular por el piso, sin saber qué hacer. Estaba en estado de shock y pasó 22 horas con el cadáver del anciano en la vivienda. A las ocho de la mañana, tras una noche en vela, salió a la calle y se cruzó con su casero: «Escucha, que he matado a mi tío», le espetó.

Llevaban poco tiempo en Mallorca, ambos eran peninsulares, y el anciano era el hermano del padrastro del homicida confeso. La Policía Judicial de la Guardia Civil le ha tomado declaración y el hombre ha ratificado su confesión. Este jueves por la mañana, a primera hora, pasará a disposición judicial en los juzgados de Inca. Entre ellos no hay constancia de denuncias previas por amenazas o agresiones, aunque la relación entre los dos era muy complicada.