El imputado, de nacionalidad española, llegó a la Audiencia minutos antes de las 10 de la mañana desde la cárcel de Palma. | Alejandro Sepúlveda

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Pasó en unos años de ser un abuelastro ejemplar a darle miedo a las niñas. Y nadie sospechaba nada de lo que les hacía. Detrás de los masajes que se ofrecía a darles a las menores había un interés sexual. Así lo corroboraron este miércoles por la mañana en el juicio celebrado en la Audiencia de Palma las dos víctimas, de corta edad cuando sucedieron los hechos. «Yo confiaba en Toni. Siempre le he querido mucho, era además mi padrino, hasta que vi que no era normal que me dijera que me quitara las bragas mientras me daba un masaje en la espalda». Ese día le tocó la vagina. Y no era la primera vez. También llevaba tiempo haciendo lo mismo con su hermana, menor que ella.

El acusado, en prisión desde que fue detenido en verano del año pasado, negó los hechos y lo achacó a una invención de las menores. «Sé lo que está bien y lo que está mal», declaró. La Fiscalía tras escuchar a las partes elevó la petición de cárcel de 18 a 24 años, misma pena que solicita la acusación particular.

Relación
La relación de las menores con la pareja de su abuela era de lo más normal. Se veían casi todos los fines de semana. «Algunos días nos quedábamos a dormir en su casa. Nos gustaba estar con ellos, desconectábamos, veíamos pelis...», explicó la víctima de mayor edad, que a día de hoy tiene 14 años. La niña creció y empezó a darse cuenta de lo que pasaba. «Me daba masajes y empezaba a bajar demasiado. Me tocaba las piernas y acababa en la vagina, intentando meterme el dedo. Muchas veces me hacía daño. Al principio no sabía que era todo aquello que hacía, pero acabé siendo consciente de que no era normal y aun así no dije nada por miedo a que le pasara algo a él, que era parte de mi familia», apuntó. Su hermana, dos años menor que ella, también confirmó los tocamientos.

PALMA.

El caso explotó durante unas vacaciones, en julio de 2019. Estaban en Valencia las menores con los abuelos y se volvió a repetir la escena que venía sucediendo durante años. La hermana mayor no pudo más y avisó a su madre. Le dijo todo lo que le hacía su abuelo. Los padres denunciaron los hechos en policía y planearon ir a recoger a las niñas. Con la excusa de que un familiar estaba gravemente enfermo en Vitoria aprovecharon para ir hasta la capital del Turia y separar a las menores del abuelastro. El procesado siguió con total normalidad las vacaciones con su pareja y días después fue detenido en el aeropuerto cuando regresaba a Palma. Durante el juicio explicó que los masajes no escondían deseo sexual. «No sé por qué las niñas dicen todo eso. Se lo inventan todo», dijo. El juicio quedó visto para sentencia.