El acusado, durante el juicio celebrado el pasado septiembre en la Audiencia de Palma. | Juan P. Martínez

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Tenía un tatuaje de un tribal en el brazo y otro de un dibujo infantil. Le faltaban los dientes de arriba y, por su acento, parecía del Este. El depredador sexual atemorizó a las prostitutas de la Porta de Sant Antoni (Palma) entre los meses de mayo y junio de 2019. Violó y golpeó a dos mujeres que trabajaban en la zona tras llevarlas en coche a lugares apartados de Mallorca. Una tercera a la que intentó estrangular consiguió huir advirtiéndole que había cámaras en la calle.

Algunas de las prostitutas, que no quisieron denunciar, memorizaron la matrícula del vehículo del sospechoso y la facilitaron a los agentes de la Policía Nacional. Los investigadores averiguaron que circulaba con un coche que había comprado en un taller de un rumano por 200 euros y lo detuvieron en plena calle a finales de agosto tras una intensa búsqueda. El depredador sexual tenía 31 años y era rumano.

La Audiencia de Palma lo ha condenado a 20 años de cárcel por violar a dos prostitutas e intentarlo con una tercera. El acusado también trató de forzar a una joven que paseaba a su perro por Cala Major. El tribunal le impone nueve años de prisión por cada violación y un año por cada intento. Tendrá que indemnizar a las dos primeras con 12.000 euros a cada una y a las otras dos con 3.000 euros a cada una.

La sentencia considera probado que el primer episodio se produjo el 25 de mayo. El hombre acudió a la Porta de Sant Antoni y contrató los servicios de una prostituta a la que llevó a un descampado del polígono de Levante. Una vez allí, le propinó un puñetazo y la violó. La víctima explicó en el juicio que se fue de Palma a una fundación porque tenía miedo. La segunda presa del depredador fue abordada a finales de julio. La mujer relató que la recogió en la Porta de Sant Antoni y después la llevó hasta el aeropuerto de Palma, desviándose de donde ella tenía pensado ir. «Al ver ese cambio le dije que no quería nada con él. En ese momento me sujetó del pelo y me dio una paliza. Estuvo dos horas haciéndome lo que quiso mientras yo lloraba». La mujer fingió un ataque de asma y le dijo que se ahogaba para poder escapar.

«El consentimiento inicial no es un cheque en blanco para cualquier tipo de relación sin derecho a rehusarla», señala el tribunal en el fallo. «El hecho de haber concertado una relación sexual a cambio de precio no autoriza a golpear a la mujer, amenazarla y agredirla, ni a mantener relaciones sexuales no queridas por ella».

El acusado: «No vale la pena violar si puedes tener sexo por 20 euros»

El hombre aseguró que las relaciones con dos de las prostitutas fueron consentidas y declaró que una de las víctimas le denunció porque no la dejó en el mismo lugar donde la recogió. «No vale la pena violar si puedes tener sexo por 20 euros», dijo. El tribunal sostiene que las perjudicadas «no lo conocían ni tenían razones para denunciarlo». Además, añade que el acusado «obtenía el placer con la relación sexual con violencia, la agresión y el sufrimiento de la mujer».