El acusado, escoltado por la Policía Nacional, antes de entrar al juicio este martes. | Alejandro Sepúlveda

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Todo comenzó en 2013, cuando la víctima tenía apenas 10 años. Su padre abusó de ella. Primero en Málaga, donde vivían por aquel entonces, y posteriormente en Palma, donde se trasladó la familia. En 2018, la menor no aguantó más la presión sometida por su progenitor y decidió contárselo a su madre, tal y cómo explicó esta en la Audiencia de Palma este lunes. «Estábamos en el coche y de repente me dijo: ‘Mamá, tengo algo que contarte, papá lleva cinco años abusando de mí». El mundo se le cayó encima.

El acusado, de nacionalidad extranjera, admitió los hechos ante el Tribunal de la Sección Segunda de la Audiencia de Palma y aceptó una pena de nueve años de prisión, tras un acuerdo de conformidad al que llegaron las partes antes de la celebración de la vista. Los hechos juzgados este martes se iniciaron cuando la menor contaba con 10 años.

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Los abusos, tal y como reconoció el imputado, consistieron en tocamientos en los pechos por debajo de la ropa y besos en las partes íntimas de la niña. Ocurrieron en Málaga y también en Palma, donde vivía el procesado junto a toda la familia. Precisamente fue a la madre a quien tuvo la valentía de confesar los hechos la víctima. Tras esto se rompió el matrimonio. El hombre se marchó de casa.

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Días después se citaron en la plaza de España y la mujer le pregunto al que había sido su marido que qué había hecho con la niña. «La he cagado», dijo. Este capítulo lo explicó la madre de la menor en sala ante el Tribunal y añadió que más tarde supo que el varón le pedía a su hija fotos íntimas y también de sus amigas. A día de hoy, la perjudicada, que todavía no ha cumplido la mayoría de edad, sigue en tratamiento psicológico por los episodios sufridos.

En octubre de 2018 se acordó la prohibición de aproximación y comunicación del imputado con su hija y el 8 de noviembre del pasado año su ingreso en prisión. Además de los nueve años de cárcel, el hombre no podrá tener ningún tipo de contacto con su hija durante los próximos quince años y se le retira la patria potestad durante seis. También se acordó que abandone el país cuando cumpla la mitad de la condena durante diez años y que indemnice a la menor por los daños ocasionados en 12.000 euros.

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«El remordimiento es más duro que estar en la cárcel»

En el turno de la última palabra, el acusado quiso pedir perdón a su hija por todo lo ocurrido. Y no solo eso, sino que explicó que «estar en la cárcel es duro, pero lo es más el remordimiento que tengo por lo que le hice a mi hija», subrayó. Y añadió que «no me acercaré más a ella, pero si me necesita, ahí estaré». Instantes después volvió a ser engrilletado y conducido con el furgón a la cárcel de Palma.