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El hombre afroamericano que murió el pasado 31 de agosto a manos de dos policías recibió 19 disparos y llevaba una pistola robada, informó este jueves la oficina del sheriff de Los Ángeles.

Dos semanas después del suceso que ha reavivado las protestas contra la violencia policial en Los Ángeles, las autoridades no concretaron el delito contra la seguridad vial por el que persiguieron al hombre, cuya identidad y posesión del arma desconocían hasta que se produjo un forcejeo posterior.

«No puedo decir cuál era la violación exacta, sencillamente conducía su bicicleta por el lado equivocado de la carretera», respondió en una rueda de prensa el capitán Kent Wegener, del Departamento del Sheriff de la localidad californiana.

En la conferencia se reconstruyó el suceso por el que Dijon Kizzee, un ciudadano afroamericano de 29 años, murió tras recibir 19 tiros, según la autopsia oficial.

Al parecer, los agentes trataron de detener a Kizzee en torno a las 3 de la tarde pero el hombre dio un giro, bajó de su bicicleta y huyó con varias prendas de ropa envueltas en su mano.

Cuando consiguieron acercarse por segunda vez, el perseguido golpeó a uno de los policías y en medio de un tira y afloja cayó al suelo una de las prendas de ropa, dejando entrever que envolvía una pistola.

En el instante en el que Kizzee trató de recoger el arma, los agentes dispararon 19 veces hasta provocar su muerte.

«En los próximos pasos la investigación tendrá que determinar si la actuación fue la correcta», dijo el capitán.

Tal y como confirmó el portavoz, ninguno de los policías conocía la identidad del hombre cuando, en primera instancia, procedieron a su detención mientras circulaba por la calzada en bicicleta cometiendo una «infracción de tráfico».

En las averiguaciones posteriores a su muerte, los investigadores descubrieron que Kizzee tenía un historial con varios delitos previos y estaba infringiendo una orden que le impedía poseer armas de fuego.

Asimismo, localizaron en su teléfono vídeos que enfocaban la misma pistola, un modelo semiautomático registrado en Las Vegas y robado en 2017.

Antes de las explicaciones, el sheriff de Los Ángeles, Alex Villanueva, justificó la actividad policial en el sur de la ciudad al ayudarse de varios mapas que muestran el número de homicidios, tiroteos y delitos en el barrio donde sucedieron los hechos, Westmont.

«Allí hay personas que tratan de sobrevivir en una zona que prácticamente es de guerra», afirmó. La investigación continúa abierta.