Los agentes extreman el control después de registrarse robos de algarrobas, cuyo precio ha aumentado considerablemente este año | Alejandro Sepúlveda

TW
21

La fiebre del ‘oro negro’ ha llegado a Mallorca. La Guardia Civil está extremando la vigilancia para evitar que particulares y bandas organizadas saqueen las algarrobas del campo mallorquín, cuyo precio este año es muy tentador. En algunas cooperativas y fincas el kilo se paga a más de un euro, lo que ha disparado el robo de sacas almacenadas por los payeses e incluso que los intrusos accedan a fincas y limpien ellos mismo los algarrobos.

El equipo ROCA de la Guardia Civil es el encargado de evitar este expolio agrícola y los agentes, en las últimas semanas, han detectado un incremento en los robos de algarrobas mallorquinas.

De moda

Las vainas, ahora muy preciadas, son utilizadas para productos alimenticios, cosméticos o ecológicos. Este auge de un producto que antiguamente estaba destinado solo al consumo animal no ha pasado desapercibido para los amantes de lo ajeno, siempre tan atentos al mercado negro.

El problema con el que se encuentran los investigadores es similar al que se planteó en los primeros años de la fiebre del cobre, allá por 2009, cuando particulares aparecían en las chatarrerías con kilos o toneladas de hierro, cableado o incluso tapas de alcantarillado. Era la época de la locura por el cobre, que se cotizaba muy alto. Hasta que las empresas de desguace y chatarrerías no empezaron a colaborar con la Policía Nacional y con la Guardia Civil no se pudo atajar esa oleada de robos.

PALMA.
Agentes comprobando la llegada de nuevas sacas de algarrobas.

Ahora, la Benemérita busca la máxima colaboración de las cooperativas y empresas agrícolas que compran las algarrobas, para dificultar al máximo la labor de los ladrones. «Hasta ahora sólo podíamos identificar un cargamento robado si las sacas eran características o tenían algún nombre inscrito. De esta forma, si el payés había dado la descripción en la denuncia cuando llevaban las bolsas a vender podíamos saberlo», explicó uno de los investigadores.

Sin embargo, los delincuentes detectaron esta táctica policial y empezaron a usar sus propias sacas, sin marcar y más difíciles de detectar. En la actualidad, con la oleada de robos, muchos compradores hacen caso a las indicaciones de la Guardia Civil y registran todos los datos de los vendedores: nombre, DNI y la matrícula del vehículo con el que llevó el cargamento.

«Además, ahora se pide que especifiquen si la finca o explotación agrícola de la que proceden las algarrobas es de su propiedad. Muchos de los vendedores decían que tenían un permiso del dueño o del payés, así que en estos momentos deben decir su nombre y nosotros podemos comprobarlo», añadió la misma fuente. Un equipo de Ultima Hora se empotró con los especialistas de la unidad ROCA durante una jornada de trabajo y comprobó cómo desempeñan su labor.

PALMA.
Una cooperativa visitada por los agentes.

Cooperativas

Los agentes recorren las cooperativas y se interesan por las últimas novedades en la venta del producto estrella. En un negocio pequeño de Inca, por ejemplo, llegan entre cinco y siete toneladas diarias de algarrobas, con lo que al final de temporada pueden haber comprado 300 toneladas. Gran parte de la producción se va a la Península, cargada en camiones, y el resto se queda en la Isla. Los precios son dispares: en algunos negocios visitados por este diario el kilo se paga a 0.60 euros, pero en otros -sobre todo si la vaina es ecológica, de calidad- llegan a los 1.23 euros.

El equipo ROCA no solo se dedica al ‘oro negro’ mallorquín. Ni mucho menos. Estas unidades especializadas se crearon en España en 2013, cuando era ministro de Interior Jorge Fernández Díaz, y comenzaron con 55 unidades y 275 efectivos. Su misión: prevenir los robos en instalaciones agrícolas y ganaderas de zonas rurales. En Mallorca, son algo así como los ‘ángeles de la guarda’ de los payeses, que recurren rápidamente a ellos en cuanto roban ovejas, maquinaria agrícola o el cultivo de la alcachofa. Hace algunos años, por ejemplo, las explotaciones de sa Pobla sufrieron una auténtica oleada de robo de aspersores de riego, lo que supuso considerables pérdidas para los payeses de la zona. La contundente intervención del equipo ROCA permitió detener a los sospechosos.

En esta ocasión, los robos se han detectado sobre todo en la comarca de Manacor y alrededores. En Inca y sa Pobla, sin embargo, la situación está más tranquila. En Palma también se han registrado hurtos de sacas.

De las gestiones realizadas por los investigadores el perfil del ladrón de algarrobas está bastante claro: se trata de particulares y en muy pocos casos son grupos organizados. Se ha dado la circunstancia de que en alguna finca de la Part Forana han entrado a robar y en lugar de llevarse efectos de valor del garaje abierto (como alternadores o maquinaria agrícola), los intrusos han preferido cargar las sacas llenas de algarrobas. «El motivo es que este producto no es tan problemático de vender como otros. Un arado, por ejemplo, tiene menos salida y su venta en el mercado negro es fácilmente detectable. Con las algarrobas, en cambio, no ocurre lo mismo. Casi todas son iguales y es muy difícil confirmar que su origen es ilícito». El pasado mes de agosto payeses de la Isla llamaron la atención a distintos individuos que fueron localizados en fincas, a las que habían entrado sin permiso, para recoger algarrobas. Algunos eran novatos y causaron daños a los árboles. También, por las noches, se han detectado furgonetas o camiones sospechosos en algunos caminos y carreteras secundarias, donde se almacenan sacas llenas del ‘oro negro’. De comida para los animales a objeto del deseo de los cacos. Cosas de la nueva normalidad.