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Sentada en una mesa con un café. Viendo la vida pasar. Como si la cosa no fuese con ella. Así encontraron agentes de la Policía Nacional a una mujer, de 30 años de edad y nacionalidad española, el pasado sábado, sobre las 16.00 horas, en un conocido establecimento del Paseo Marítimo de Palma.

Cuestionado sobre qué hacía ahí, la fémina contestó que el local era de un amigo suyo y le había dado permiso para entrar y tomarse lo que quisiera. Este extremo no convenció lo más mínimo a los policías. En un momento dado, la arrestada cogió su teléfono móvil para llamar al propietario del establecimiento, pero no encontró la respuesta que esperaba al otro lado del teléfono. El mismo dueño del local, confuso por lo que estaba pasando, contactó con el 091 para avisar de que una desconocida le había telefoneado diciéndole que se encontraba en su beach club, cerrado, como es obvio, desde que se decretó el estado de alarma. Avisados de ello los agentes que se encontraban con la mujer, procedieron a su detención por un delito de allanamiento de morada y hurto.

Cuando lograron identificar a la sospechosa, averiguaron que la mujer había estado pernoctando en el espacio habilitado en un polideportivo de la capital balear para los ‘sin techo’ y que esa misma mañana, la del día 28, había tenido algún que otro problema. Rompió el cristal, en un ataque de agresividad, de una de las máquinas del recinto deportivo y huyó.