Imagen de archivo de dos agentes de la Unidad de Familia y Mujer de la Policía Nacional. | Alejandro Sepúlveda

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El presunto cabecilla de la red de explotación sexual de menores en Palma ya ha sido detenido. La Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional arrestó al hombre el pasado martes, un día después de recibir la denuncia de una de las víctimas.

Los agentes registraron su domicilio y se incautaron de una pistola. La adolescente relató a los investigadores un episodio en el que el sospechoso la amenazó con el arma en diciembre del año pasado.

El detenido fue puesto a disposición judicial el miércoles. El fiscal no pidió prisión preventiva y el juez de Instrucción número 1 de Palma, en funciones de guardia, lo dejó en libertad. El hombre está acusado por delitos de corrupción de menores, contra la salud pública y amenazas. El magistrado dictó una orden de protección a favor de la denunciante.

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La adolescente, de 17 años, explicó a los agentes de la Ufam que este individuo lideraba una red que supuestamente obligaba a menores a prostituirse en Palma desde septiembre de 2017. Lo describió así: un hombre de unos 30 años y origen marroquí, «bajito, ni gordo ni flaco, pelo corto, suele llevar barba y siempre viste chándal». La última vez que estuvo con él fue hace aproximadamente una semana en un piso situado en s’Arenal de Llucmajor, cerca de la playa.

La chica contó que un desconocido de origen marroquí acudió a la vivienda y la obligó a mantener relaciones sexuales tras golpearle. A continuación, el agresor pagó 100 euros al cabecilla de la supuesta red de explotación sexual. La menor declaró que la habrían prostituido en casas y en cuatro hoteles distintos unas 200 veces o más desde el año 2017.

Cuando iban a un hotel la adolescente nunca se registraba, sino que lo hacía el presunto proxeneta o el cliente. Solo se quedaban media hora o una hora. El detenido entraba antes en el establecimiento con el cliente y después lo hacía la menor y se dirigía a la habitación que le dijera por WhatsApp.

La víctima no conserva ninguno de esos mensajes en su móvil. Siempre que ocurrían estos hechos, según su versión, iba drogada por las sustancias que le había proporcionado el cabecilla de la red de explotación sexual de menores.