El acusado, custodiado por un policía nacional, ayer en el juicio celebrado en Palma.

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Un joven ha sido condenado a dos años de cárcel por dar un botellazo en la cabeza a otro en las fiestas de Biniali en 2016. El acusado, de 22 años de edad y origen africano, se declaró culpable de un delito de lesiones con instrumento peligroso en el juicio que tuvo lugar ayer en un juzgado de Palma. El agresor, que se encuentra en prisión, indemnizará a la víctima con 11.500 euros por las lesiones y secuelas.

Los hechos se remontan a las 3.30 horas del 9 de julio. El acusado se encontraba en la verbena de Sant Cristòfol cuando inició una discusión con el perjudicado, que le había pedido que dejara de molestar a un grupo de adolescentes. El agresor le propinó un puñetazo en la cara y después le dio golpeó con una botella de cristal en la cabeza. A continuación, huyó corriendo del lugar.

Persecución

Una treintena de amigos de la víctima con edades comprendidas entre 14 y 19 años, muchos de ellos de Alaró y Binissalem, iniciaron una persecución por las calles de la localidad para dar con el atacante.

El grupo de jóvenes arrolló a varios vecinos que se encontraban cenando ‘a la fresca’ en una calle sin salida y algunos de ellos resultaron heridos.

El perjudicado fue trasladado de urgencia hasta el hospital de Son Espases, donde ingresó en estado grave con una conmoción craneal y una importante herida en el ojo a consecuencia de la brutal agresión que sufrió. El chico precisó de cuatro puntos de sutura en la cabeza y permaneció una semana en el hospital. El joven estuvo 46 días de baja tras la paliza.

Detención

La Guardia Civil de Inca se hizo cargo de la investigación y tomó declaración a numerosos testigos. Los agentes detuvieron al agresor el día 18, algo más de una semana después del suceso.

La Fiscalía reclamaba al principio del proceso judicial una condena de tres años de cárcel para el agresor. La representante del ministerio público rebajó este viernes su petición tras llegar a un acuerdo con el abogado de la acusación particular y la letrada defensora.

El agresor volvió a la verbena poco después