El acusado de quemar viva a su pareja, durante el juicio. | Alejandro Sepúlveda

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La Fiscalía y el resto de partes presentes en el juicio por el asesinato machista que tuvo lugar en Alcúdia en junio 2016 han acordado finalmente una pena de 25 años para el asesino confeso, que prendió fuego a su expareja y puso en peligro la vida del bebé de ambos, que tenía 22 meses cuando ocurrieron los hechos.

Según ha explicado el Ministerio Fiscal en sus conclusiones definitivas, se ha modificado la pena pactada inicialmente de 30 años porque han considerado una atenuante de dilaciones indebidas ya que el juicio se suspendió por «motivos de lentitud en la acción de la justicia», desde noviembre de 2018 a octubre de 2019.

A pesar de esto, la pena de cumplimiento efectiva seguirá siendo la misma que con la pena acordada con anterioridad, de 25 años de cárcel.

Por su parte, el letrado de la acusación particular ha manifestado ante el Jurado de la Audiencia Provincial de Baleares que este es el «vivo ejemplo de la maté porque es mía» y de que «no va a ser de nadie más y me da igual». En la exposición de sus conclusiones definitivas, el abogado también ha resaltado el hecho de que el procesado, Carlos Peña, eligió una manera «especialmente dolorosa» porque actuó «con odio, queriendo que esa persona sufra».

El representante de la Comunidad autónoma --el Govern se persona como acusación en todos los procedimientos de violencia machista-- ha reprochado la actuación del procesado que «ha justificado sus hechos culpabilizando a la víctima».

Así, ha citado algunas de las frases del asesino confeso en su declaración: «No podía imaginar que mi hijo creciera en manos de otro hombre» o «solo quería marcarla». El abogado ha relacionado este tipo de frases con el tratamiento que se le daría «a una res, a un objeto de su propiedad» algo, que según ha dicho, refleja odio y machismo».

Además, ha reprochado que Peña también haya culpabilizado a su expareja diciendo que los anticonceptivos que tomaba la habían cambiado «hormonalmente».

Tras la intervención de todas las partes, el procesado ha hecho uso de su último turno de palabra. «Solo quiero decir a la familia que lo siento mucho y que yo siempre la tendré en mis pensamientos», ha dicho. De esta manera, se ha levantado la sesión.

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Sufrimiento máximo

Antes, en la sesión de este mismo miércoles, ha declarado un médico forense que ha explicado que el sufrimiento de la víctima fue «máximo» y ha constatado que la víctima falleció como consecuencia de las quemaduras que se extendieron por más del 80 por ciento de su cuerpo. «Es una de las situaciones de mayor sufrimiento que puede experimentar una persona», ha manifestado otro forense.

Estas declaraciones van en la línea de la de los peritos que declararon el martes que explicaron que «con menos gasolina» hubiera bastado para matar a la víctima y que si esta no hubiera escapado por la ventana con su hijo de 22 meses, el niño también hubiera fallecido, ya fuera por la inhalación de humo o por las lesiones provocadas por las llamas.

El juicio se desarrolla desde este lunes ante el Tribunal del Jurado de la Audiencia Provincial de Baleares y en este miércoles se ha procedido a terminar con la parte testifical y se han presentado las conclusiones definitivas. Este jueves se elevará el objeto del veredicto al jurado que, presumiblemente el mismo jueves, procederá a emitir su veredicto.

En la jornada del martes declararon distintos testigos, entre ellos personal del Servicio de Atención Médica Urgente (SAMU) 061 que atendieron a la víctima, agentes de la Policía Local y peritos de la Guardia Civil que se hicieron cargo del caso.

Tanto los técnicos del SAMU como un agente de la Policía Local coincidieron en su relato en el miedo y el dolor que la víctima estaba experimentado, tras sobrevivir al ataque y escapar de su domicilio para poner a salvo a su hijo.

En la primera jornada del juicio, el asesino confeso, tras admitir los hechos, dijo que su intención no era matarla: «Solo quería marcarla, se me fue de las manos, yo no quería llegar a ese extremo».

Según el acuerdo al que se ha llegado, Carlos Peña y la víctima llevaban un tiempo con una relación inestable. El 28 de junio de 2016, mantuvieron una discusión y la mujer le dijo que no quería continuar con él. Así, el hombre se marchó de la casa advirtiéndole de que volvería a matarla. El acusado pasó la noche fuera y a la mañana siguiente, sobre las 7.30 horas, volvió a la casa con un litro de gasolina, decidido a acabar con la vida de la mujer.
Tal como ha aceptado, el hombre sabía que el niño dormía con la madre habitualmente y se aprovechó de que al ser muy temprano sus víctimas todavía no se habrían despertado.

Sin embargo, para entrar en la vivienda tuvo que golpear fuertemente la puerta porque la mujer la había cerrado por dentro con un alambre la noche anterior. El ruido alertó a la mujer, que salió de la habitación y se encontró con el acusado. En ese momento, la roció deliberadamente con gasolina al pie de la puerta del dormitorio y le prendió fuego con un encendedor.