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El joven acusado de asesinar a puñaladas a su ex pareja en la casa en la que ella vivía en Canteras (Cartagena), en septiembre de 2017, ha alegado en su defensa que «estaba enamorado», que tenía problemas psiquiátricos, que su intención nunca fue matarla ni planificó el asesinato, y que solo la apuñaló una de las 50 veces «y flojito» en el cuello.

Así dice recordarlo tras autolesionarse y precipitarse por la terraza por la que entró momentos antes con una escalera, de tres metros, que había encargado días antes y comprado, a una hora del asesinato, en una ferretería próxima a la vivienda de su ex pareja.

En la primera sesión del juicio, con jurado popular, el acusado, A.S.C., ha manifestado que no quería acabar con la vida de la joven, de 20 años, «solo quería una explicación» de por qué «se fue» de Málaga --donde vivían juntos en la casa de los padres de él-- «y me dejó solo», asegurando que le sentó «fatal», motivo por el que se automedicaba, ingería alcohol y fumaba porros. Asimismo, ha insistido en declarar que está muy arrepentido y ha pedido disculpas a la familia. «Me he intentado matar en la cárcel», ha declarado.

El joven mantuvo con la asesinada una relación de abril de 2016 hasta junio de 2017. Durante ese tiempo, los jóvenes vivieron juntos seis meses en la casa de los padres de ella y el resto, en Málaga, en la casa de los progenitores del acusado. En junio de ese año la fallecida acabó con la relación, lo que reconoce el acusado, y regresa a Cartagena a casa de sus padres.

Según ha confesado el propio acusado, envió algún que otro mensaje a la joven, reconociendo que la llamó «guarra» por estar en otra relación, criticando que le hubiese olvidado «en dos días». Mensajes que ocasionaron que la joven lo bloqueara en las redes sociales. El acusado se defiende afirmando que «estaba muy enamorado» y asegura que perdió el control en Málaga «para poder olvidarme».

Posteriormente, el 2 de julio, el acusado regresó a Cartagena «con la intención de hablar con ella» pero no pudo y tuvo un altercado con el padre, que llamó a la Guardia Civil, y tuvo que marcharse de regreso a Málaga.

En septiembre, dice que reserva un hostal en Cartagena «porque yo quería verla y hablar con ella y dejar la relación si es lo que quería», también reconoce que encargó y compró la escalera «para poder entrar porque sabía que no podía verla de otra manera», aunque niega que llevara ningún cuchillo en la mochila que portaba, y que fue recogida en la vivienda de la joven. «Solo un martillo», ha manifestado, que luego resultaron ser dos, «y un altavoz de música».

Una vez que la joven regresa a casa con sus abuelos, después de interponer una denuncia contra el acusado por haberle visto en Cartagena el día anterior, se encuentra a éste dentro de la misma, confirmando el propio acusado que la fallecida «se asustó al verme».
En la versión del Ministerio Fiscal, --que mantiene el abogado de la acusación--, el joven le clavó los tres cuchillos «de forma reiterada, persistente y sistemática, a pesar de los gritos de dolor» de la joven . Además, aseguran que el joven portaba en la mochila un cuchillo jamonero de 21 centímetros.

Según el acusado, cogió los cuchillos de la casa de la fallecida, una vez que se sintió amenazado por el abuelo, «iba a pegarme con una silla» y que solo apuñaló a su ex pareja una vez. «No era yo, no era consciente», ha afirmado en su declaración. «Me sentí mal, yo no quería acabar con su vida; solo quería una explicación». El joven sostiene que tiene brotes psicóticos desde niño y que sigue en tratamiento.

También ha negado que llevara pasaporte, en lugar de DNI, --que ha manifestado tener caducado--, para poder escaparse después del asesinato de su ex novia, y ha reconocido que sabe lo que está bien y lo que está mal.

En el alegato de los letrados, su abogado, Luis Alfonso López Quiñones, ha reconocido que ésta es una situación «terrible» pero «este señor no era consciente». Además ha defendido que el acusado «sufre un grave trastorno» mental desde pequeño.

El Fiscal, Orencio Cerezuela Rosique, pide, por su parte, penas que suman 30 años por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento; un delito de allanamiento de morada con violencia o intimidación; y un delito de amenazas realizadas por teléfono y redes sociales, «con el agravante de que había sido su pareja sentimental y hubo violencia machista» porque «creía que le pertenecía y no tenía derecho a rehacer su vida».

El abogado de la acusación, Emilio Cerezuela del Castillo, ha destacado la «maldad brutal» del acusado, «que siguió apuñalándola y haciendo daño» aún viva. «Hay 50 apuñaladas en el cuerpo de la joven, ni una más ni una menos», defendiendo, además, que se trata de un caso de violencia de género y que «este señor sabía lo que hacía».

En un contacto posterior a la salida de la primera sesión del juicio, el letrado ha asegurado que la declaración del acusado «era la esperada. «Se ha mantenido en su declaración, aunque ha incurrido en algún que otra contradicción. Ha hecho su papel», no se ha derrumbado, «con lo que lo tenía muy bien preparada». El abogado insiste en que el joven sabía lo que hacía, «los forenses dicen que no tiene nada y sabe perfectamente lo que lleva entre manos. Además no hemos encontrado ningún brote psicótico».

«Él hace su papel», ha reiterado, pero «lo que hizo estaba muy bien planificado», claramente, «no venía a hablar ni a merendar con la joven con dos martillos en su mochila», ha ironizado, para defender que el acusado «pensó que era para él o no era para nadie, y urdió su plan».

La segunda sesión del juicio comienza este martes, a partir de las 10.20 horas, con la declaración de diez de los testigos, entre ellos los abuelos de la fallecida y su madre, así como un vecino, la empleada de la ferretería o el del hostal, entre otros.